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sábado,
01 de
septiembre de
2007 |
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Charlas en el Café del Bajo
—Y respecto de la crisis de fe que sufren algunos religiosos, como la que padeció la Madre Teresa, el padre Angel Martínez Sagasti me ha enviado un comentario del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantralamessa. Realmente, y sin ánimo de orgullo y vana satisfacción, me siento halagado, porque en varios aspectos este hombre, prominente predicador del Papa (¡nada menos!), coincide con algunas de las ideas que nosotros publicamos aquí respecto del tema. Dice, por ejemplo: “Se trata de una presencia-ausencia; Dios está presente, pero no es experimentado”.
—Y nosotros dijimos, Candi, que a veces había sugestión de Dios, pero no vivencia efectiva de Dios, contrariamente a lo que le sucedió a Teresa, que tenía efectivamente a Dios, lo sentía y lo vivía en su espíritu a través de su acción, pero estaba sugestionada con su ausencia. Es exactamente lo que dice el predicador papal.
—Otra de las cosas que expresa el capuchino es algo a lo que nosotros también hicimos mención: la noche oscura y San Juan de la Cruz: “La noche oscura —aclara el padre Cantalamessa— es muy conocida en la tradición cristiana; quizá lo nuevo ha sido la manera en que la vivió la Madre Teresa. Pues mientras la noche oscura del espíritu de San Juan de la Cruz es un período generalmente preparatorio al definitivo, que se llama unitivo, en el caso de la Madre Teresa parece que fue un estado estable, a partir de un cierto momento de su vida, cuando comenzó su gran obra de caridad, hasta el final”.
—Resulta ser un halago que el pensamiento de un sabio como este sacerdote coincida bastante con lo que nosotros expusimos.
—Por eso, ante la sensación de abandono absoluto que pueda experimentar cierta gente, que lleva a veces a la tristeza aguda y a la depresión peligrosa, es menester tener en cuenta que, como dijimos ayer, el abandono jamás es total, porque la divinidad no abandona. La tal ausencia de Dios es sólo una sugestión, un “parecer” del ser humano ante el no cumplimiento del deseo que se le pide a Dios. ¿Pero este incumplimiento es acaso ausencia? ¿Este incumplimiento es acaso una acción de Dios tendiente a profundizar el dolor? De ningún modo. Hay que observarlo desde otro punto de vista: se trata de una acción positiva de Dios (presente) aunque en algunas ocasiones esto no pueda ser comprendido por la razón del hombre. Por eso es necesario tiempo y espera. Como también decíamos ayer: temblando, pero esperando.
—Por eso el predicador papal dice también: “Este sufrimiento lacerante, provocado por el vacío de Dios, es el signo de que se trata de un fenómeno positivo”.
—En la antigua Grecia los sabios solían hacer correr un pensamiento que más o menos dice así: “En la adversidad, al hombre lo salva la esperanza, porque sin esperanza el ser humano sólo encuentra lo inesperado”. Y si se tiene fe, amigos, uno debe siempre aguardar lo esperado. Lo esperado que es el mayor bien, la mayor verdad, la gran justicia, la sublime paz, el verdadero amor. No son ilusiones, utopías. No lo son, como no lo es la propia creación.
Candi II
([email protected]) |
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