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 martes, 28 de agosto de 2007  
Cayó otro estrecho aliado de Bush involucrado en un escándalo político
El secretario de Justicia, Alberto Gonzales, anunció su renuncia tras meses de fuertes presiones

Washington.— El secretario de Justicia de EEUU, Alberto Gonzales, un estrecho aliado y amigo personal del presidente George W. Bush, presentó ayer su renuncia, después de verse involucrado en un escándalo por el despido de ocho fiscales federales. Las polémicas decisiones de Gonzales lo convirtieron en blanco de las críticas de la oposición demócrata e incluso de algunos republicanos. Aún así su dimisión significa otro duro golpe para Bush, que hace dos semanas también sufrió la baja de su principal y más cercano asesor, Karl Rove.

   Gonzales —un hijo de inmigrantes mexicanos— se despidió sin aceptar preguntas y sin explicar los motivos de su renuncia, que se hará efectiva el 17 de septiembre. “Siempre les recuerdo a mis compatriotas que vivimos en el mejor país del mundo, y que yo viví el sueño americano. Incluso mis peores días como secretario de Justicia fueron mejores que los mejores días de mi padre”, afirmó ayer. Su cargo será ocupado provisionalmente por Paul Clement, actual fiscal federal ante el Tribunal Supremo.

   La oposición se felicitó por la marcha del secretario de Justicia, mientras que Bush defendió a Gonzales, asegurando que es “un hombre de integridad, decencia y principios”, y que fue sometido a “meses de tratamiento injusto”. “Su nombre fue arrastrado por el barro por razones políticas”, afirmó.

   Gonzales estuvo en el ojo del huracán últimamente por su participación en el despido en diciembre de 2006 de ocho fiscales federales, presuntamente por motivos políticos. Los demócratas consideran incluso que Gonzales mintió cuando explicó el caso en el Congreso. Además, la oposición acusó al texano de 52 años de sobrepasar los límites de las leyes antiterroristas y de seguir los dictados de Karl Rove, el ex “gurú” político de Bush.

   En sus dos cargos en el gobierno, Gonzales siempre trató de ampliar los poderes presidenciales, incluida la autorización de espiar a los ciudadanos. Además intentó limitar los derechos legales de los detenidos en Guantánamo.



Críticas y culpas. “Alberto Gonzales no fue nunca el hombre adecuado para el puesto. Le faltó independencia, le faltó juicio y le faltó valor para decirle que no a Karl Rove. Su renuncia no es el final de la historia. El Congreso debe llegar al final de este lío y seguir los hechos a donde conducen, a la Casa Blanca”, afirmó Harry Reid, líder de la mayoría demócrata en el Senado.

   Los republicanos, por su parte, reaccionaron con más cautela. El líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, que ofreció apenas un tibio apoyo a Gonzales cuando algunos de sus colegas de bancada exigían su renuncia, culpó ayer a los demócratas por los problemas del funcionario. “Esperamos que el próximo secretario de Justicia no se vea sometido a la misma parcialidad venenosa a la que, lamentablemente, nos hemos acostumbrado en los últimos meses”, dijo.

   El senador republicano Arlen Specter afirmó a principios de este año que el Departamento de Justicia era “disfuncional”. Pero el entonces fiscal general declaró al Congreso: “Decidí quedarme y solucionar los problemas”. Pese a que reconoció errores en el manejo de los despidos de los fiscales, Gonzales negó que éstos tuvieran motivos políticos para influenciar indagaciones que implicaban a legisladores demócratas o republicanos.



Un viejo amigo. Gonzales llevaba más de una década al lado de Bush, desde que en 1994 fue nombrado asesor del entonces gobernador de Texas. Cuando Bush accedió a la presidencia en 2000, Gonzales fue nombrado su consejero, y en 2005 fue elegido Fiscal General (equivalente a secretario o ministro de Justicia).

   Su renuncia deja al presidente sin otro de los miembros de su “guardia pretoriana”, justo en la recta final de su mandato, que concluirá en enero de 2009. Este mismo mes, el llamado “cerebro” de las campañas de Bush, Karl Rove, anunció su renuncia. Poco antes había hecho lo mismo el consejero Dan Bartlett, y próximamente tiene previsto hacerlo también el portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, enfermo de cáncer.

   Estas bajas se suman a las de Donald Rumsfeld, que dimitió como secretario de Defensa en noviembre pasado, y Andrew Card, reemplazado unos meses antes como jefe del gabinete de Bush.
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Gonzales fue duramente cuestionado por el despido de ocho fiscales federales, al parecer por motivos políticos. También fue acusado de sobrepasar los límites de las leyes antiterroristas.



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