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sábado,
25 de
agosto de
2007 |
Mucha gente habla de Malvinas, de los veteranos, de las muertes, de los militares, de la soberanía.
Creemos que, si bien es cierto que Malvinas es una herida en el corazón argentino, y es muy difícil de cerrar
Interrogantes a 25 años de Malvinas
Tienen 16 años, escribieron el presente ensayo para recuperar el pasado cercano
Amira Andino / Carolina Ledesma / Rocío Porciel
Mucha gente habla de Malvinas, de los veteranos, de las muertes, de los militares, de la soberanía.
Creemos que, si bien es cierto que Malvinas es una herida en el corazón argentino, y es muy difícil de cerrar, también es cierto que hubo y hay, hasta el día de hoy, mucha hipocresía con respecto al tema.
¿Qué piensa la gente realmente de todo esto? ¿Qué es lo que se les enseña a los jóvenes en los colegios acerca del tema?
Así como existe la hipocresía y el recuerdo sólo del 2 de abril, también hay un gran grupo de personas que no sienten absolutamente nada al escuchar sobre el trágico otoño de 1982.
Entonces nos preguntamos, ¿cómo puede alguien, por ejemplo nosotros, los jóvenes, sentir algo por una causa, primero que no hemos vivido en carne propia y segundo, probablemente, que no es bien enseñado en los colegios?
Al preguntar a compañeros y amigos de distintas edades, qué saben o qué les han enseñado sobre Malvinas, las respuestas que obtuvimos corroboraron nuestro pensamiento: “Sólo sé que empezó el 2 de abril de 1982 (...)”; “No sé, no me acuerdo (...)”; “Nunca me llamó la atención (...)”; “Me lo enseñaron como una guerra más (...)”; “Fue una guerra en la que murieron muchos jóvenes (...)”.
Esto no es lo que se dice una causa entendida desde el “sentimiento patriótico”. ¿Pero de quién es la culpa? ¿De los profesores, de los que discriminan a los veteranos, de los padres, de los medios de comunicación, del gobierno?... La verdad es que todos somos culpables.
Manotazo de ahogado
Ya desde la época de la dictadura, la hipocresía y la indiferencia eran moneda corriente. El “no te metás”, “está todo bien”, “no te preocupes por eso, no es tu problema”, es una huella dejada de los que habitamos este maravilloso país.
¿Cómo no vamos a sentir que la hipocresía es habitual en los comportamientos argentinos, si mientras acá se cometían crímenes atroces a manos de los militares, desaparecía y moría gente, la mayoría vivía su vida normal, como si nada ocurriera realmente y festejaba el Mundial 78?
Es bien sabido que la Guerra de Malvinas fue, por así decirlo, “el último manotazo de ahogado” de Galtieri y toda su comitiva.
Los jóvenes que enviaron a pelear, fueron engañados, no sabían dónde iban, no tenían experiencia, no tenían armas ni vestimentas adecuadas. Eran, sin duda, la contracara del ejército inglés, el cual contaba con tecnología superior a la nuestra, tácticas de combate, soldados entrenados especialmente para la guerra, trajes térmicos, entre otras ventajas.
El día que el ejército argentino tomó Malvinas, más de 10 mil personas se concentraron en la Plaza de Mayo para festejar. ¿En qué cabeza cabe?, ¡Festejar una guerra! Sólo se darían cuenta del error cometido mucho tiempo después.Durante los meses siguientes, se organizaron campañas para recaudar fondos y alimentos que, curiosamente, jamás llegaron a destino. Lo único que llegaba de este lado del mar, eran noticias de supuesta victoria, como lo recuerda la frase del ministro de defensa Amadeo Frúgoli: “Nos va muy bien. Causamos serios daños a la tropa colonialista (...)”
La guerra acabó con la rendición argentina, y con ella también cayó la dictadura. Sí, es cierto, terminó hace mucho tiempo. ¿Pero qué nos dejó?. Además de cientos de muertos, familias destruidas y una gran frustración, sólo nos dejó la famosa hipocresía, la indiferencia y además resentimiento.
Porque, para ser honestos, a los veteranos de guerra no se les da la importancia que deberían tener, como sucede en otros países del mundo. Muy por el contrario, se los excluye, se los discrimina, se los trata de “locos”, nadie les da trabajo. Son olvidados, ni más ni menos. Todos dicen: “Siento pena por los que murieron en Malvinas...” Pero ¿los que vieron?, ¿no se merecen un mínimo reconocimiento por parte de la sociedad y del gobierno? Se los trata como si no existieran, como “algo” de lo que no se debería hablar o bien que no debería estar.
Pero ahora les toca el turno a los supuestos formadores de los hombres y mujeres del mañana, de los que van a sacar el país adelante, de la juventud propiamente dicha. Sí, es momento de hablar de la institución escuela. La escuela es el espacio que compartimos a diario miles de jóvenes, con el deseo de aprender, de tener las bases para un futuro.
Supuestamente, en las escuelas los profesores deben enseñarnos acerca de lo que ocurrió realmente en 1982, aunque todo lo que se recibe es siempre lo mismo: resentimiento hacia los ingleses, posiciones opuestas acerca de la dictadura, algunos dicen que estuvo bien, otros que nunca debió haber ocurrido, otros callan. Jamás se escucha a alguien, por ejemplo, analizar las causas de los ingleses de tomar las islas años atrás. Conjuntamente, los padres dicen que los que lucharon en Malvinas lo hicieron para defender la soberanía de las islas. Eso es todo, ninguna explicación va más allá de eso.
Condena social
Los que no sufrieron tanto la indiferencia fueron los responsables materiales de la guerra en sí. Muchos fueron destituidos, encarcelados y condenados por la justicia. Si bien muchos fueron indultados durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, hoy estas personas tienen que convivir no sólo con la condena social, sino que también llevan la pesada carga en sus conciencias.
Por todo lo expuesto es algo entendible el hecho de que en algunos de nosotros no “viva” el sentimiento de Malvinas. No podemos decir que no es culpa nuestra. Es verdad, no lo vivimos, no sabemos lo que se siente perder a un ser querido en la guerra, no sabemos lo que es tener un familiar desaparecido. Es sólo nuestro punto de vista, pero sinceramente, no tenemos mucha ayuda.
Sin embargo, somos conscientes de que tenemos muchas personas alrededor que sí han pasado por esto, por lo cual las respetamos. Y queremos, muy humildemente rendirles a través de un poema de Jorge Luis Borges un pequeño homenaje.
Aunque somos jóvenes, integrantes de esta sociedad hipócrita, creemos que la guerra de Malvinas fue algo inútil, sin sentido. Desafortunadamente pasó, pero esperamos que nunca vuelva a ocurrir.
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Estefanía, Carolina, Amira. Rocío, Aracel y Estefanía, las alumnas reconocidas por sus reflexiones.
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