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 domingo, 19 de agosto de 2007  
Francia
En el corazón de los viñedos

Ricardo Petunchi / La Capital

Los productores de vinos de la región de Bordeaux saben que en la tradición se sustenta gran parte de su prestigio. Con ese reaseguro, ahora van por más y avanzan con propuestas innovadoras para mantener un lugar de privilegio en la consideración de los turistas. Los nuevos conceptos incluyen desde estadías en castillos que respiran historia hasta una boutique temática, una opción más novedosa y a la que todavía se la mira con cautela.

El negocio del vino es muy redituable, como también lo es el turismo. Por eso, las estrategias de mercado ahora están puestas en conseguir una combinación de ambos. Algo así como un viaje al mundo del vino. Ya no sólo para beber una buena copa sino para respirar ese aroma incomparable durante varios días, compartir el tiempo de cosecha y los secretos de la elaboración. Y para disfrutar de esas sensaciones, nada puede ser más tentador que hospedarse en espléndidos castillos rodeados de viñedos. Sin dudas, el lugar soñado para apasionados por el vino y los viajes.



Historia y viñas

A cuarenta minutos de Bordeaux en auto, a través de un bucólico paisaje y pequeños caseríos que aparecen y desaparecen de la vera de la ruta, está el Chateau Loudenne, en el municipio de Gironde.

Este castillo se construyó en 1755 y fue manejado durante largos años por los ingleses. La producción de vinos, que comenzó en 1886, se exportaba hacia Gran Bretaña. Por su estratégica ubicación geográfica —está a 30 kilómetros del Atlántico, en un estuario— se transformó en uno de los puertos más importante de la región.

Actualmente la propiedad tiene 120 hectáreas, sesenta de las cuales están dedicadas a la producción vitivinícola. En la finca se hace, además, cogñac y dulces. En el año 2000, cuando pasó a manos de su actual propietario, Domaines Lafragette, surgió la idea de abrirlo al público. Sus 17 habitaciones conservan parte del mobiliario original, y todo el estilo y la tradición inglesa. No hay teléfono ni televisores; sólo historia, silencio y fragancia a vino en el aire.

Precisamente en una de esas noches interminables, donde el vino y la charla discurren con naturalidad asombrosa, madame Lafragette mostró sus dotes de exquisita anfitriona. Frente a cuatro periodistas de diarios argentinos —entre ellos La Capital— describe con placer cada uno de los varietales que acompañan la cena. A la hora del cognac, cuenta algunos de los secretos que emplea su esposo para producirlo.

La primera mirada de la mañana se pierde entre las viñas y, más lejos, el río. Más tarde un enólogo se encargará de guiar a los turistas por la bodega donde se almacenan los toneles con los vinos blancos, tintos y merlot. Y detallará desde el momento de la cosecha hasta el embotellamiento previo a su salida al mercado. En el interesante recorrido, obviamente, siempre habrá espacio para saborear una buena copa de vino.



La boutique

Otro concepto que ha surgido en la región es la boutique de vinos. A pocos kilómetros de la ruta de los castillos y muy cerca de Bordeaux, está “La Winery”, una propuesta abarcativa y diferente que, por ahora, mientras transita sus primeros pasos, genera cierto recelo entre algunos productores que prefieren sostener el negocio en la sobriedad y lo tradición.

La Winery fue inaugurada a mediados de marzo pasado, está asentada en 12 mil metros cuadrados y demandó una inversión inicial de 20 millones de euros. Su propietario, Philippe Raoux, heredero de cuatro generaciones de viñateros, aspira a recibir a cerca de 100 mil visitantes en el primer año del emprendimiento.

Ventas directas al público, restaurante con chef internacional (de 13 a 23 euros por persona), degustaciones con especialistas, un anfiteatro con espectáculos para chicos y grandes, y la posibilidad de hacer un pic-nic familiar —a 12 euros, menúes preparados por el chef y vino de la propia bodega de Raoux—, son parte de esta original oferta. Obras de arte moderno y esculturas distribuidas a lo largo del extenso predio verde y a una laguna artificial, terminan de conformar un paseo que combina placer y consumo.

La boutique de vinos es el principal atractivo. En 1.000 metros cuadrados y en modernas góndolas, con ambiente climatizado, esperan 40 mil botellas de vinos de todo el mundo y dos mil referencias. Hay otro millón y medio de botellas en stock.

En La Winery dicen con orgullo que están todos los vinos del mundo. Así, por ejemplo, de “La Petit Siberie”, que en toda Francia circulan apenas 60 botellas, tiene tres a la venta a 200 euros cada una. Y como en toda boutique, se pueden encontrar todos los precios y calidad: el Chateau Lafite Rothschild (cosecha 2003) a 850 euros o un Francis Coppola a 22,50 euros. También Sofía Coppola y Jean Louis Trintignat, entre otras celebridades del espectáculo, tienen vinos que se comercializan con su nombre.



El signo del vino

Otra curiosidad que ha puesto en marcha La Winery es el “signo enológico”. Después de que los visitantes participan de una degustación y luego de recabar su opinión, los especialistas franceses les entregan una cartilla donde figuran sus preferencias.

Este “signo enológico” tiene, como en el Zodíaco, sus particularidades. La Winery divide los vinos en estos seis signos: La tendencia, el eterno, el sensual, el esteta, el gourmet y el músculo. Y así define, por ejemplo, al “sensual”: “La fruta fresca es mi pasión, la elegancia mi razón y el equilibrio mi virtud”.

En Bordeaux se vive y transmite pasión por el mundo del vino. La misma pasión que seguramente contagiará a cada uno de los turistas que se decidan por este apasionante viaje al corazón de los viñedos.


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Los castillos se abren para que los turistas puedan alojarse allí.

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