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domingo,
19 de
agosto de
2007 |
Verdades
detrás de
los errores
Anñibal Fucaraccio / La Capital
Los errores de Ronald Raldes se apoderaron bruscamente de las sensaciones que arrojaron los dos últimos partidos. Pero Central ya caminó tres fechas en el Apertura y se advierten más signos para evaluar y pasar por el tamiz. Más allá del dolor que provocaron las inoportunas equivocaciones del boliviano, a quien indudablemente le está afectando el estado de indefinición con su contrato, este equipo de Carlos Ischia ya insinuó el oscilante perfil que lo perseguirá durante todo el torneo.
Central está creciendo desde su juventud. Enfrenta vientos de tormenta institucional, lidiando a su manera, con su corazón combativo, sus limitaciones de purretes y sus lógicos contrapuntos. Sus ambiciones históricas están intervenidas y vagan perdidas por los escombros de su realidad. Y sueña, a pesar de sus contradicciones.
Bajo la lupa, este conjunto auriazul cambia de nombres y no lastima arriba. Soporta la incesante contribución solidaria de Gonzalo Belloso, anhela la explosión de José Vizcarra y espera al colombiano Martín Arzuaga (debuta la fecha que viene ante Huracán) con los brazos abiertos. Es disciplinado tácticamente. Se siente mucho mejor desembarcando de punto y se lo nota más cómodo con el overol de obrero. Le cuesta horrores vestirse de protagonista. No se intimida ante los cambios. Varía de esquemas y suma variantes. Piensa los partidos. Pero paga muy caras sus desconcentraciones. Como los chicos. Se anima al peligro pero muchas veces se va a chocar contra la pared.
Evidentemente no tiene redes confiables de contención ni esboza acciones firmes de respuesta ante los golpes inesperados. No puede hacerlo porque no cuenta con los instrumentos más adecuados. Esta inmadura versión canalla necesitaría una partitura con menos urgencias -y con un mayor aporte de experiencia- para poder ensamblarse sin situaciones traumáticas a cuestas. Pero no puede hacerlo. Es lo que hay. Probablemente, esta será su canción en el presente torneo Apertura. No habrá notas estridentes y todo -sus debilidades y fortalezas- se conjugará en clave de esfuerzo. Otra no le queda. l
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