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 sábado, 11 de agosto de 2007  
El frío polar trajo de vuelta al calzoncillo largo

Con el invierno más frío de las últimas décadas volvió el canzoncillo largo. Comerciantes minoristas y mayoristas del centro y de los barrios aseguraron que el calzón blanco y ajustado hasta los tobillos que usaban padres y abuelos ahora pasó a ser prenda de moda de los jóvenes. Los compran quienes andan en moto o van a trabajar en bicicleta, los adolescentes que van a Bariloche de viaje de estudios y hasta las chicas. Llegó a venderse un 50 por ciento más que otros años, y en varios comercios se quedaron sin stock. Junto a las camisetas, el canzoncillo largo fue la vedete del actual invierno.

   No obstante la prenda tiene aires renovados. Entre los años 40 y 60, las desaparecidas firmas La Fueguina, Gloria, Pavia y Crisol fabricaban los ejemplares de frisa que se vendían en las botinerías (el modelo masculino de la lencería) o grandes casas como Gath & Chaves. Eran gruesos; pesaban unos 200 gramos. Ahora son de interlock, un algodón de tejido doble pero delgado, que permite vestirlo tranquilamente bajo los vaqueros. Y tan abrigados que muchos compran ambas piezas (camiseta y calzoncillo) como pijama.

   En la peatonal los expende la renovada casa Isso (fundada en 1939). Su titular, Carlos Isso, dijo que hacía tiempo no se vendía la cantidad de este año. Allí los calzoncillos cuestan 49 pesos, las camisetas, en cambio, se consiguen por 23 pesos (jersey de algodón; un tejido simple) y a partir de 36 pesos las de interlock. Son de mangas cortas y largas, con cuello escote “V” o base y con carterita (tres botones).

   Un calzoncillo largo de segunda marca a precio mayorista se puede comprar a partir de los 12 pesos, precisó Elías Soso, titular del comercio de San Luis 1485. Y no fueron pocos los que lo vendieron también a algunas empresas que decidieron “abrigar” a sus obreros. Tal es el caso de la metalúrgica Sipar, ubicada en Pérez, que les proveyó a sus trabajadores calzoncillos y camisetas.
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