|
sábado,
11 de
agosto de
2007 |
Sol de Noche cumplió un mes
A sólo un mes de la apertura del refugio Sol de Noche, entre 10 y 15 personas encontraron allí un espacio para dormir amparadas del frío. El local fue inaugurado por Elisabet Báez, una joven de 25 años, tras escribir una carta de lectores en La Capital. La iniciativa intentó poner punto final al escándalo de las muertes por hipotermia que se venían sucediendo en la ciudad y fue el puntapié inicial para que se abriera un nuevo lugar para refugiar a los que pasan la noche en las veredas, cubiertos por papeles, plásticos y frazadas rotas.
Más de 30 personas se sumaron a la iniciativa solidaria. Para cuidar el refugio tres personas se reemplazan por turnos de dos horas. El lugar, que los mismos usuarios llamaron Sol de Noche, está abierto de 19 a 7. Allí, se les brinda un plato de comida, se pueden bañar y duermen sobre un colchón. “Generalmente ingresan a las 20, cenan a las 22.30 y, a más tardar a la 1, ya están todos durmiendo”, relató Elisabet, que ahora está al frente de la organización.
El refugio estará abierto hasta septiembre, cuando caduca el préstamo del lugar. Pero el grupo seguirá trabajando para el año próximo. “Queremos una casa propia y seguiremos pidiendo donaciones, ahora con más tiempo”, expresó la joven, quien adelantó que comenzarán a consolidar las cuestiones legales de lo que ya es una organización en marcha.
Además, continuarán con los recorridos por las calles. Mientras tanto, Elisabet seguirá recibiendo alimentos porque no tienen donaciones fijas. Necesitan fideos, puré de tomate, toallas, papel higiénico y elementos de higiene.
Agradecidos. La unión de voluntades hizo posible una realidad subsanadora para los indigentes que más sufren el frío. Lo que empezó siendo una idea se cristalizó en múltiples donaciones de colchones, frazadas, ropa y hasta un calefón eléctrico, que permite que los que llegan de noche puedan darse un baño caliente.
Algunos arriban hasta el local (que es un centro cultural) ubicado en Fader 3211, Rivarola al 7500, trasladados por móviles de la Guardia Urbana Municipal (GUM). Otros van y vienen en colectivo y el resto simplemente lo hace caminando desde los puntos más lejanos de la ciudad.
En general, son hombres mayores de 30 años. Hasta el momento hubo sólo tres mujeres. La mayoría de ellos tienen familia, pero los abandonó y por eso viven en la calle.
Ahora quedan agradecimientos. En primer lugar para Mónica, que facilitó el lugar. Y a la abuela de Elisabet que es la que atiende el teléfono para recibir las donaciones (156-762999).
“No tenemos ningún subsidio, pero sí muchas ganas de ayudar”, afirmó la joven entusiasmada, que anima a todos los interesados a sumarse a la aventura del voluntariado.
enviar nota por e-mail
|
|
|