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 sábado, 28 de julio de 2007  
Otro ahijado político de Jacques Chirac en la mira de la Justicia

Herman Nikolei

París. — Nicolas Sarkozy quería colgar a sus desconocidos difamadores “en un gancho de carnicero”. Estaba pensando en su gran rival por la presidencia de Francia, Dominique de Villepin. Ahora se refuerzan las sospechas contra el ex jefe de Sarkozy: el ex primer ministro está en el punto de mira de la Justicia por las falsas cuentas de sobornos políticos del “affair Clearstream”.

   En el gobierno francés nadie da ahora un centavo por la antigua estrella de la política nacional. Después de Alain Juppé, otro ahijado político del ex presidente Jacques Chirac se ve amenazado por la acción de los tribunales.

   Villepin se preparó durante dos semanas en Tahití, bien lejos de París, para prestar declaración ante el juez de instrucción. El antiguo estratega jefe de Chirac fue inculpado de “complicidad en denuncia calumniosa” por haber azuzado presuntamente a la Justicia para que investigara a Sarkozy por corrupción y evasión de impuestos, destruyendo de paso su carrera política. Con este propósito habría hecho llegar al juez, a través de intermediarios anónimos, listas con supuestas cuentas del banco de inversiones Clearstream. Sarkozy figuraba en dos de estas relaciones falsificadas.

   Quizás Villepin haya sido víctima de su propia obsesión contra Sarkozy, con quien entre 2004 y 2006 mantuvo una guerra abierta por la sucesión de Chirac que casi resquebraja al gobierno. La oposición presentó una moción de censura acusando a Villepin y a Sarkozy de “secuestrar al Estado por rivalidad personal”.



Turbio negocio. Las listas de Clearstream tenían el propósito original de aclarar a la Justicia las actividades de algunos empresarios relacionados con negocios armamentísticos turbios con Taiwán. Pero la posterior adición del nombre de Sarkozy fue para Villepin una munición bienvenida en la lucha por el poder. Desde el comienzo, Villepin activó al servicio secreto. “Sarkozy está terminado”, celebró entonces según el escritor François Olivier Giesbert. “Si los periódicos hacen su trabajo, si tienen coraje, no sobrevivirá a este escándalo”.



Jugando con fuego. Villepin “quiso jugar con fuego y ahora se está quemando”, dijo un asesor de Sarkozy al diario Le Parisien. Villepin sintió siempre pasión por el desacreditado jefe de policía de Napoleón, Joseph Fouché, y sus crueles métodos. “Nadie puede creer que sea la víctima de este affair”, agregó el asesor sobre la defensa del ex premier, que asegura haber creído sinceramente que las listas eran auténticas y actuado en interés de la nación en una situación muy delicada.

   El escándalo habría amainado hace tiempo si Sarkozy no hubiera obligado a la Justicia a cazar a sus difamadores con una denuncia. Ahora, una ambigua figura pone a Villepin en problemas: Jean-Louis Gergorin. El ex estratega jefe de EADS, la casa matriz del constructor aeronáutico Airbus, fue quien envió las listas a los investigadores y asegura haberlo hecho por indicación de Villepin con la orden suprema de Chirac.

   La Justicia de Francia debe aclarar ahora el papel exacto de Gergorin en la trama y determinar si él mismo fue víctima de una intriga, para poder pronunciarse sobre Dominique de Villepin.
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