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 sábado, 02 de junio de 2007  
Central sacó pecho: ganó y descomprimió la situación

Gustavo Conti / Ovación

Se dirá, con el aval fundamentalista de los números, que lo único que ayer importaba era una victoria que sacara a Central de la malaria que lo viene afectando desde todos los flancos. Desde ese punto de vista, Central sacó pecho ante la obligación de su propia circunstancia y la de un rival descendido enfrente, más aún por cómo se gestó su única conquista. Pero nada más. Excepto las luces de Di María, al equipo de Ischia no se le prendió ninguna y sólo el paso torcido que no abandonó a Quilmes permitió el resultado pretendido.

  El llanero solitario canalla Di María peleó una de las tantas pelotas en su función de viejo wing izquierdo. Parecía que se le iba pero la controló sobre la línea, mandó un centro que parecía que Sosa lo controlaría sin problemas. Pero el zaguero quilmeño, en un alarde de calidad que no tiene, se la alcanzó de pecho a Palos con tanta fuerza que lo superó de emboquillada. Incrédulos, los hinchas canallas tardaron una eternidad en festejar el gol de la victoria.

  
Escasas llegadas
No se puede catalogar esa llegada como franca o peligrosa, pero se transformó en la segunda situación de gol para Central, que recién tuvo una más en el último minuto cuando Ríos la desperdició por definir con displicencia. Es que el equipo auriazul vivió siempre al borde de la cornisa. En el final de la primera etapa, Arrechea se comió un gol imposible por otra búsqueda de Di María. Esos fueron los únicos aportes de Central en los noventa minutos.

Ya en esa primera parte Quilmes le creó seis chances claras a las huestes canallas. Una de ellas fue un penal del Vasco Juan manuel Azconzábal a Luna. Pero es cierto que Central no tiene la culpa de la falta de jerarquía de su rival de turno y de esa manera salvó la ropa.

El equipo de Ischia perdió en cada centro. Se confundió en un sistema prácticamente nuevo que no ensayó en la semana y siempre dejó espacios para que Batalla y, sobre todo, Diego Torres crearan las situaciones que luego Luna y Esteban García se encargaron de desperdiciar sistemáticamente. Hasta Cristian Alvarez miró en la mayoría de las situaciones como se iban cerca de su arco, sin poder intervenir.

Al final Central aprovechó el barullo de la defensa local para disimular mejor el suyo y cuidar una victoria impensada en el desarrollo del juego, pero sólo entendida en la claridad de un hombre, el pecho que sacó otro y la triste realidad de un equipo que se fue a la Primera B Nacional enfrente.

En los tiempos de pálidas que vive Central tampoco es cuestión de escarbar más razones futbolísticas para ahondar una inútil preocupación.

Sí, después de todo y pese a todo, igual se puede permitir festejar el triunfo de anoche como un desahogo.
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Kily González y Toti Ríos saludan tras el partido.

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