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 sábado, 19 de mayo de 2007  
No tuvo argumentos

Gustavo Conti / La Capital

Nada por aquí. Nada por allá. Y el mago no sacó un conejo de la galera porque sencillamente no había ninguno. Nadie capaz de sorprender. Menos de pensar. Y entonces, el partido de La Paternal fue un flipper donde la bola no fue tratada sino que se golpeaba contra las piernas de los jugadores y volvía una y otra vez. Así jugaron anoche Argentinos y Central. Y la lectura que cuenta para el equipo canalla es que, más allá de las buenas intenciones, no apuntaló la victoria ante Racing y no creció como expresión de conjunto. Se podrá decir que se alejó todavía más de la Copa Sudamericana, pero ese objetivo fue siempre más declamado que real.

  Excepto la búsqueda sin final de Angel Di María, algunos cortes de lujo de Ronald Raldes y la seguridad continuada de Cristian Alvarez, Central no dejó una imagen de consistencia. No es que no haya sido ambicioso, porque de hecho merodeó más que Argentinos, pero no tuvo mayores argumentos para desequilibrar. La sensación fue que era un partido ganable, pero no supo cómo.

  Que Argentinos sólo haya llegado con dos cabezazos, uno furibundo en el travesaño de Desábato a los 17’, y otro de Choy que Alvarez descolgó del ángulo a los 85’, habla de un ordenado trabajo defensivo general, sólo complicado en pelotas de aire. También sugiere que Central controló a un rival que no perdió de local en este Clausura. Pero sólo eso. Con la pelota en los pies, el equipo de Ischia fue la intermitencia del Toti Ríos, el barullo en las proyecciones de los laterales, el pelotazo para que Gonzalo Belloso pierda de pivot en vez de buscarlo en velocidad, y una nueva ausencia del Kily González en la generación de juego, como así también una más lógica de Damián Díaz.

  Esa cosecha irregular de individualidades, a la que podría sumarse a un Damián Ledesma muchas veces corrido como volante derecho ante el desorden táctico de Ríos, prevaleció nítidamente sobre la insistencia de Di María para atorar a la dubitativa defensa local.

  Si con tan poco Central llegó a ponerse a tiro de ganar, en unas incursiones mal terminadas y sobre todo en un mano a mano que el propio Di María definió defectuosamente, el asunto pintó para tocar la puerta de un triunfo posible por impresión, pero imposible por convicción.

  Central no creció porque en definitiva le faltan motivos suficientes. El equipo, que pasó tres procesos en la temporada y le afecta el clima político que vive el club, entrega adentro de la cancha la realidad de afuera. La sensación entonces, en un Clausura que llega a su fin, es que hay que tomárselo con calma porque no queda mucho más por hacer.

En estas circunstancias, se sabe, los nuevos campeonatos ofrecen la oportunidad de barajar y dar de nuevo.
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