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 sábado, 19 de mayo de 2007  
Pepe Soriano estrena en el Broadway "Visitando al Sr. Green"

U. G. Mauro / Escenario

"Mi oficio tiene sentido en la medida que yo lo haya llenado de cosas que tienen que ver con la gente, más allá de que esa gente me de respuestas o no", expresó a LaCapital el notable actor Pepe Soriano, quien junto a Jorge Schubert debuta en Rosario con la obra "Visitando al Sr. Green", con dirección de Santiago Doria, hoy, a las 21, en el teatro Broadway, San Lorenzo 1223.

-¿"Visitando al Sr. Green" pone el eje en el tema de la intolerancia o en el del choque generacional?

-Creo que, de acuerdo a lo que conversé con el autor, Jeff Baron, es un mensaje sobre la posibilidad de que la gente se entienda aun en la diversidad. La trama gira en torno a dos personajes y una sentencia de "probation". Intentamos -y creo que lo cumplimos bien-.dejar la idea de que la gente puede discutir cosas puntualmente pero que puede darse cuenta de que por encima de eso existen intereses humanos, que determinan que es posible hablarlo y convivir.

-Considerando toda su experiencia, ¿necesita ensayar mucho para componer un personaje?

-Lo que le voy a decir proviene de un cálculo medio raro que hago. Para mi, una obra lleva algo más de trescientas horas de ensayo. Eso da, más o menos, alrededor de dos o tres meses de ensayo.

-Por lo que a veces se ve, eso no parece habitual en todos los actores...

-No (risas), Pero no hay una regla ni una sola manera de hacer teatro. El teatro es bueno o es malo, entretenido o aburrido y punto. Después hay públicos que se inclinan por distintas cosas, según las generaciones. Cada generación va expresando sus necesidades; si no, viviríamos un statu quo aburridísimo.

-¿No percibe un exceso de liviandad en el espectáculo actual?

-Desde mi lugar, diría que si. Es más, haría una clara clasificación en la que el teatro llevaría la mejor parte y el cine también. La televisión queda para lo último y es algo duro de hablar.

-¿Cómo se lleva con eso?

-Yo directamente no me llevo. Se lo sintetizo: No voy a la TV porque no me necesita y yo no la necesito a ella; más claro, imposible. Que ellos sigan haciendo lo que hacen con sus "hermanos", "sobrinos del cuñado" o como se llame todo eso. Si ése es el nivel con el que las empresas creen que hacen su aporte cultural al país, ¡maravilloso!. Habrá que pensar entonces que estamos equivocados y que no necesitamos funcionarios de Educación, de Cultura y que ni siquiera necesitamos escuelas Bastará con sentar a los chicos desde la mañana hasta las 12 de la noche frente a la TV, viendo el «dolce far niente», las ausencias de ideas y de valores... Como dicen los mismos chicos hoy, todo es «bolú».

-¿Se siente con ganas de pelear contra eso?

-Si. Mi oficio tiene sentido en la medida que yo lo haya llenado de cosas que tienen que ver con la gente, más allá de que la gente me de respuestas o no. Tito Cossa pelea desde Argentores y yo desde mi lugarcito, si no ¿cuál es el sentido de la vida? Siempre digo que le tengo miedo a que me empiecen a pegar pedacitos de bronce y me conviertan en estatua, algo que no soy en absoluto porque me equivoco, me cabreo, acierto, pero siempre tengo muy en claro qué quiero hacer en mi relación con el espectáculo y tengo muy en cuenta también el respeto que merece la persona que está enfrente.

-Usted se niega a ser un bronce pero, ¿cómo convive con el reconocimiento?

-Me paro a tomar café con todo el mundo. No me interesa si es un joven, un choro o un intelectual. Le aclaro a quien sea e sea que de lo único que no hablo es de mi vida privada, no porque tenga algo que ocultar, sino porque es mía y después hablamos de lo que quiera.

-¿Es absolutamente obediente con los directores o le gusta aportar o sugerir cosas?

-Obedezco, pero soy un insolente inveterado (risas). Ofrezco puntos de vista, discuto y los directores a veces me dicen que si y a veces que no, pero el director debe tener la última palabra. Si no, hay que irse.

-¿Alguna vez se fue de algún elenco?

-Sí. Hace poco, porque vi que no se daban ciertas condiciones. Se trataba de algo de lo que se sabía poco y se pretendía hacerlo sin asesoramiento, confiando en que éramos talentosos.

-¿Cómo maneja la intuición, entendida aquí como algo que a veces se opone al saber académico?

-Yo tuve formación académica; integré el Teatro Universitario que dirigía Cunill Cabanellas. No creo que intuición y academia se lleven a las patadas y me parece que no se puede confiar totalmente en ninguna de las dos por separado. Es peligroso; los métodos están creados para conducir el rescate de la intuición.

-¿Siente que le falta actuar en algo?

-Cada generación viene perfeccionada, con mejores actores: Hablo de un oficio en el que hay que manejar bien las gubias y los buriles y eso se aprende trabajando e investigando. Queda lo que dijo sir Lawrence Olivier; cuando le preguntaron qué era lo que más le dolía del teatro, contestó que era "el estar tocando el techo". O sea, que se van terminando las experiencias nuevas.

-¿De dónde viene viene esa capacidad suya para la imitación?

-Conviví toda mi vida en el barrio en el que nací y vivo, Colegiales -un barrio no exaltado por la soberbia del esnobismo actual-, con gente de laburo, rusos, italianos, españoles, rumanos. Podría contar veinte historias seguidas de mi barrio. Todo es producto de la observación, de la convivencia.

-¿Es cuestión de tener "pavimento"?

-En cierto modo si, pero tampoco creo en esos que dicen "yo si que la viví".
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Pepe Soriano fustigó a la TV por carecer de ideas.

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