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miércoles,
25 de
abril de
2007 |
La inquietud en Tribunales
Un turbador desconsuelo campeaba entre los operadores judiciales en contacto con el caso del adolescente que murió quemado en el Irar. “Era un chico que no podía distinguir un lunes de un viernes”, lo describieron, ante las serias dificultades que afrontaron para tomarle una declaración. La persistencia de lugares inhóspitos para alojar menores, el fracaso de la intervención tutelar y la vigencia del sistema del patronato en las prácticas judiciales se confunden entre las causas que allegados a la causa atribuyen a la muerte del chico.
“El patronato, aún vigente en la rama legal, trata al chico como cosa. Y como cosa se quemó”, planteó indignado un empleado que reclamó la implementación de la Ley de Protección de la Infancia, que prevé la internación sólo en casos excepcionales. A esto se suma el reclamo social para que estos jóvenes sean castigados, sin observar que a menudo son soldaditos de una economía delictiva más vasta, como la de reventa de motos robadas. Una organización que los subsiste y reemplaza, y que suele funcionar con amparo policial.
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