Año CXXXVII Nº 49445
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
Opinión
El Mundo
Escenario
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Salud
Página Solidaria


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 15/04
Mujer 15/04
Economía 15/04
Señales 15/04
Educación 14/04
Salud 11/04
Página Solidaria 11/04
Estilo 07/04

contacto

servicios
Institucional



 miércoles, 18 de abril de 2007  
Masacre en Virginia. Un surcoreano de 23 años fue el autor de los disparos. El joven vivía en EEUU desde 1992
El asesino de la universidad dejó una nota llena de odio y reproches
El agresor fue descripto como un estudiante solitario, “perturbado” y de conductas extrañas. Una pelea con su novia habría desencadenado la brutal tragedia que conmociona al país

Blacksburg, Virginia. — El responsable de la peor matanza registrada en un campus universitario de EEUU fue identificado como un joven surcoreano de 23 años, llamado Cho Seung Hui, que estudiaba en la misma Universidad Tecnológica de Virginia donde el lunes mató a tiros a 32 personas y después se suicidó. Según distintos medios estadounidenses el asesino dejó una carta cargada de reproches antes de cometer la masacre, mientras cobraba más fuerza la teoría sobre un drama pasional como desencadenante de la tragedia.

  La cadena ABC, citando fuentes policiales, asegura que Cho plasmó en una larga carta sus quejas y las acciones que se disponía a acometer. “Ustedes me obligaron a hacerlo”, concluye la nota. Al parecer, el tirador habría tomado antidepresivos, y paulatinamente se había vuelto más violento y errático. En la nota dejada en su dormitorio criticaba con desprecio a los “niños ricos”, los “charlatanes mentirosos” de la universidad y la “degeneración”.

Personalidad hermética.
El diario The Chicago Tribune, por su parte, aseguró que el joven recientemente había mostrado conductas extrañas, como provocar un pequeño incendio en la residencia donde duermen los estudiantes o acechar a varias compañeras de clase.

  El testimonio ofrecido por la profesora Carolyn Rude, del Departamento de Literatura Inglesa de la universidad, también arroja luz sobre el perfil psicológico del asesino. Según esta docente, el joven asiático escribía textos tan “perturbadores” que fue enviado a un terapeuta de la institución. Aunque no conocía personalmente al agresor, Rude explicó que había hablado con su colega Lucinda Roy, directora de Creación Literaria del departamento, quien sí tuvo a Cho en una de sus clases, y lo describió como un ser “perturbado”.

  Según avanzan las pesquisas policiales, va saliendo a la luz una personalidad hermética, que hace difícil escudriñar el tipo de vida y relaciones que mantenía el asesino. “Era un solitario y estamos teniendo dificultades para encontrar información sobre él”, reconoció Larry Hincker, portavoz de la universidad.

  Por su parte, el jefe de seguridad de la universidad, Wendell Flinchum, confirmó que Cho vivía en una residencia estudiantil del campus y que llevaba dos armas, una de 9 y otra de 22 milímetros. Los análisis de balística indican que una de las armas fue usada en ambos tiroteos. No es una prueba definitiva de que Cho haya estado en los dos sitios, pero sustenta esta hipótesis, dijo Flinchum.

Infidelidad y discusión.
Según dijo un estudiante de Taiwán en una entrevista con el canal taiwanés CTI, la matanza comenzó tras una pelea del asesino con su novia por una supuesta infidelidad. Cho mató a su pareja y a otro hombre que quiso mediar en la discusión, en una residencia de la universidad.

  Unas dos horas más tarde se produjo otro tiroteo en el lado opuesto del campus, en el que murieron otras 30 personas. De los 15 heridos, 12 siguen en el hospital en condición estable.

  Según las autoridades, Cho llegó a Estados Unidos en 1992 y contaba, como “residente a largo plazo”, con una “green card”, es decir, con permiso de residencia. Este status permite en el estado de Virginia comprar armas como cualquier ciudadano estadounidense.

  Los padres de Cho viven en la ciudad de Centreville, cerca de la capital, Washington, a más de 700 kilómetros del lugar del hecho, y al parecer regentean una tintorería. El canal CNN mostró imágenes de la casa de la familia prolijamente pintada de blanco. “El (Cho) era muy tranquilo, siempre se mantenía alejado de los demás”, dijo un vecino al Chicago Tribune. El cartero Rod Wells, que entrega el correo a la familia desde hace tiempo, describió a la madre y el padre como personas muy simpáticas y amables.

  Entre los muertos hay dos profesores, el israelí de 75 años Liviu Librescu, que enseñaba mecánica y aeronáutica, y el profesor de alemán Christopher Bishop. También fallecieron dos estudiantes hispanos, el peruano Daniel Pérez Cueva, de 21 años, y el puertorriqueño Juan Ramón Ortiz, de 26.

Muestras de dolor.
En una emotiva ceremonia, el presidente George W. Bush, importantes políticos del Estado de Virginia y cerca de 30.000 estudiantes y profesores recordaron ayer a las víctimas de la matanza en el campus de la universidad. El mandatario afirmó que él y su esposa Laura llegaron hasta allí con el corazón lleno de tristeza. “Es un día de luto para nuestro país”, dijo. El presidente instó a los estudiantes y profesores a regresar a las “fuentes de fortaleza” de sus comunidades, y alabó el apoyo que los alumnos se brindaron entre sí.

  Por su parte, el gobierno en Seúl se mostró preocupado por los posibles efectos que podría tener la masacre sobre la comunidad coreana de EEUU. Un portavoz del Ministerio del Exterior surcoreano añadió que el gobierno estaba impresionado y sorprendido al mismo tiempo. Un diplomático dijo que Seúl quiere evitar que esta tragedia se convierta en “un problema étnico” que desate “tensiones racistas”.
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Estudiantes y profesores se reunieron para recordar a las víctimas.

Notas Relacionadas
"Cuando uno está en una situación crítica, dos horas no son demasiado"

Una mezcla de dolor, espanto y desconcierto

Emocionante acto de heroísmo

El control de armas parece una batalla perdida en EEUU

Violaciones a las leyes y una guerra de denuncias

Duras críticas a la cultura de la violencia

Treinta y tres vidas por u$s 571




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados