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 domingo, 11 de marzo de 2007  
Opinión: ¿Dónde está el Gran Hermano?
El PJ santafesino, a punto de perder la provincia. ¿Tendrá reacción para revertir la tendencia?

Jorge Sansó de la Madrid / La Capital

Nunca como en estos días el Partido Justicialista transmitió la sensación de estar al borde de perder en la provincia. Tampoco antes la oposición había logrado instalar tan nítidamente la presunción de triunfo para los comicios de septiembre próximo.

Así de crucial surge planteada la lucha política en Santa Fe, cuyo cronograma ya ha comenzado a correr. Es lícito concluir en que las chances crecientes de éstos se deban a las claudicaciones de aquellos. Pero eso, ¿es tan así?

Sería injusto atribuir únicamente la posibilidad de que Hermes Binner llegase a convertirse en el quinto mandatario santafesino desde la recuperación de la democracia y en el primer gobernador socialista de toda la historia argentina a la mera defección de los peronistas. Algún mérito ha de tener el ex intendente rosarino para haber llegado hasta aquí como favorito.

Cualquiera sean éstos no pasan aún por el ámbito institucional toda vez que Binner dice poco y nada de lo que hará en caso de llegar a la Casa Gris. Desde el terreno partidario podría ser hasta una virtud, pero sin dudas es un trabajoso esfuerzo el mantener en sordina la imperecedera interna del Partido Socialista provincial, que surge apenas se confrontan las dialécticas de algunos dirigentes de esa fuerza con la del candidato.


Domesticación
Podría concedérsele a Binner el aparente éxito en haber domesticado no sólo a sus pares sino también a sus socios El radicalismo vaya o no a internas el domingo próximo conforme sea lo que decida la Justicia electoral al respecto está dividido como quedó demostrado ayer en Santa Fe donde otra vez recrearon el papelón de medir fuerzas públicamente con sendos plenarios simultáneos

Lo sorprendente es que esto que acabamos de enumerar (y resumir con trazos gruesos) no reviste ninguna novedad para cualquier elector más o menos avisado. Ninguno de los datos aludidos es inédito, como lo demuestra el hecho de que no es Binner el primer candidato opositor al que propios y extraños ven convertido en gobernador antes de que gane las elecciones. Eso fue lo que pasó con Horacio Usandizaga y los seguidores de Luis Changui Cáceres festejaron que Víctor Reviglio le ganara la interna peronista a Raúl Carignano en 1987 convencidos de que ello no haría más que consolidar la victoria que, entendían, les hacía guiños cómplices.

Ni Cáceres venció a Reviglio ni Usandizaga a Reutemann, como tampoco Binner pudo hacerlo con Jorge Obeid pese a que, como ya había hecho Usandizaga, también logró unificar detrás de su postulación a casi todos los partidos opositores.


Ingenio y suspicacia
En cada oportunidad los peronistas se las ingeniaron no sin despertar suspicacias más de una vez para afrontar el riesgo y lograron sostenerse en el poder a lo largo de los 23 años que se cumplirán el 10 de diciembre cuando Jorge Obeid deba entregar los atributos de mando a su sucesor

En todos los casos una explicación resumió para el gran público los sucesivos fracasos electorales opositores tanto como el empecinado éxito oficialista: la sempiterna vocación de poder (otorgue el lector la acepción que crea correspondientes para esta expresión) del PJ.

Ahora bien, hasta cierto tiempo atrás el dato distintivo que signaba al segundo intento que hará Binner por destronar a los peronistas era la buena prensa de las sucesivas administraciones municipales socialistas en la ciudad de Rosario.

Pero la gestión Obeid luego de haberse despabilado en el 2006 emprendió una frenética ola de inversión en obra pública y distribución de recursos con aumentos salariales sucesivos que, empujándola hacia arriba en la consideración de los ciudadanos, logró de algún modo desdibujar bastante a las administraciones socialistas de Rosario.

Ahora bien, si las encuestas dan como empardadas las opiniones, ¿la buena consideración a las gestiones de gobierno en Rosario ya no es el elemento diferenciador de Binner frente a sus contrincantes oficialistas? Si esto es así, ¿cómo es que Binner no sólo se mantiene como favorito sino que el PJ no logra remontar la sensación que transmite?

Veamos. El candidato socialista busca llegar a los comicios con el conjunto de la oposición detrás suyo, hacer jugar a su favor el desgaste oficialista de tantos años en el gobierno y se mantiene al tope en las encuestas, tal como hizo en el 2003 o hicieran sus antecesores Usandizaga y Cáceres. ¿Qué habría cambiado esta vez para que se aliente un posible resultado diferente?


Interna feroz
Si el esquema opositor se mantiene más o menos inalterable habrá que concluir que es el oficialismo el que ofrece un intersticio mayor Aquella presunción de que los peronistas se unen y fortalecen cada vez que ven peligrar el poder sucumbe rápidamente frente a la cada vez más cercana posibilidad de una confrontación interna para dirimir si el candidato a gobernador será Rafael Bielsa Agustín Rossi u Omar Perotti

Pero no lograr un consenso e ir a resolver quién será el postulante peronista en las primarias, abiertas y simultáneas del 1º de julio podría resultarle suicida al oficialismo. Nada más que en tiempos se les irían en ese proceso de pelea entre ellos entre 100 y 110 días de los que faltan desde este momento hasta el de las elecciones generales del 2 de septiembre. Ese día el candidato peronista surgido de la interna deberá enfrentar a Binner.


Tiempo en contra
Pero resulta que entre el 15 de julio contando plazo para impugnaciones y demás y el 2 de septiembre ese candidato peronista sea Bielsa Rossi o Perotti sólo habrá tenido alrededor de 40 días de campaña efectiva como el postulante oficialista para haber convencido al electorado de que lo vote Apenas poco más de un mes en el que las heridas de la interna lejos estarán de haberse restañado además

Esto no tendría nada de extraño para un partido que se considera que va ganando, pero esa no parece ser la situación actual del PJ. Y mucho menos es la imagen que se empeña en reafirmar cada día. La negativa de Carlos Reutemann a la segura postulación a gobernador tras haber sido empujado por dirigentes y afiliados fue una primera señal.

Tal como ha admitido recurrentemente Agustín Rossi, él se animó a candidatearse "porque el Lole dijo no". Ni Rossi ni nadie más se hubiera animado si el Lole hubiera participado, todos parecen contestes en ello.

Tratándose de una decisión íntima, no mereció más que una lamentada resignación por parte de los peronistas. Pero eso dejó de ser a partir de la diáspora en que parece haber entrado el reutemismo. Al tratarse del sector mayoritario del PJ y seguidor del principal elector que tiene ese partido, lo que hagan los reutemistas no pasa desapercibido ni dentro ni fuera del justicialismo.

Desde hace mucho el drenaje de dirigentes reutemistas viene siendo notorio. El último vice del Lole, Marcelo Muniagurria, no está siquiera dentro del peronismo (milita en el macrismo). Uno de sus ministros fuertes, Miguel Angel Paulón, fue candidato a vicegobernador de Binner en el 2003. Una de las mujeres que más cerca tuvo y a quien hizo diputada nacional, María del Carmen Alarcón, también se pasó a las filas del socialista. Julio Gutiérrez se mantiene al margen del proceso electoral y habría rechazado una oferta para secundar a Bielsa. También lo hizo Alberto Hammerly, aunque en su caso las razones no son políticas.


Sentida ausencia
Todos estos movimientos se dieron frente a ¿ y por un Reutemann cada vez más ausente y silencioso y eso otorgó a la atomización del mayoritario sector del peronismo un cariz tan dramático como acuciante Pero ninguno tan grave como la defección de la senadora Roxana Latorre al anunciar su candidatura a gobernadora por afuera de su partido Algo a lo que tiene todo el derecho del mundo pero que en su caso denota más de lo que connota la compañera de banca en el Senado proximidad y la obvia autorización de él que la llevó a oficiar de mensajera e intérprete del Lole hasta hace poco se va a probar suerte a otro lado ¿ El silencio de Reutemann avala la decisión de Latorre

Latorre, al igual que Nadia, la participante que hacía de mala en el reality televisivo Gran Hermano, salió de la casa. Y dejó a los demás participantes desconcertados.

Si la analogía es aplicable a la política, la pregunta que habría que hacerse respecto del peronismo santafesino es si está perdiendo su vocación de poder y si ello se debe a que se ha quedado sin que nadie conduzca el juego por la ausencia del Gran Hermano. Si así fuera el PJ estaría nominado y Binner esperando el premio.

Claro que los peronistas han sabido sacar fuerzas de cualquier lado y los opositores se han frustrado a último momento. Si aquellos consiguen un consenso que les permita evitar la interna, sacar rédito de la mejora de imagen del gobierno de Obeid y el reutemismo interviene en el proceso, y éstos no logran superar las rencillas entre socios, todo lo acá escrito cambiaría drásticamente.

Sin embargo, la política podrá ser muchas cosas pero no debería ser un juego. Ella debe decidir la cotidianidad dentro de la casa de los más de tres millones de santafesinos que -sin importar que no se vean en televisión- existen.
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