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domingo,
11 de
marzo de
2007 |
El cantautor lanzó a la venta su nuevo disco como solista, “Intemperie”
Iván Noble: “Cuando un cantante se pone demasiado profético, se muerde la cola"
Dijo que descree del rock entendido como algo "muscular, de agite y pogo"
U. G. Mauro / Escenario
"Este es un disco ideal para escuchar en ojotas y con una buena copa de vino cerca, y en lo posible tinto, porque creo que se lleva muy bien con las canciones que hay en él", expresó de buen humor el cantante y compositor Iván Noble, respecto de "Intemperie", el tercer disco de su carrera solista, recientemente editado y que contiene trece temas, en su mayoría de su creación.
-¿Seguís apostando a las instrumentaciones acústicas como en el disco anterior?
-En este caso, a lo casi acústico. Está repleto de guitarra, piano, contrabajo, casi no hay ninguna guitarra eléctrica. Este disco tiene que ver en su comienzo con una gira acústica por la que también fui a Rosario llevando cosas del anterior. Fue un poco en ese disco anterior donde descubrí que ese tipo de sonido despojado me gustaba cada vez más. Me empezó a entusiasmar eso de comunicarse con una canción casi desnuda y creo que se trata de una apuesta al género canción a secas y una apuesta a que la belleza de una canción ocupe el primer plano y que no la tapen ni el volumen ni todos los aparatos. Son canciones mostradas casi tal cual como llegaron al mundo, sin maquillaje.
-¿Es cierto que ya no te importa demasiado tu pertenencia al ámbito del rock?
-Este no es un disco de rock y la verdad es que cada vez disfruto menos de las bandas nuevas. Posiblemente se trate de una cuestión de edad o de que ya escuché demasiado de eso en mi vida, pero lo cierto es que ahora abro las ventanas a otros disfrutes. Me gusta cada vez más escuchar música acústica, tangos, música brasileña. Creo que la vida te va llevando sola a distintas maneras de disfrutar. Ahora disfruto más tirado en un sillón, tomando un vino mientras escucho música en lugar de estar colgado arriba de un parlante, entre la gente y el estruendo, como era antes.
-Pero siguiendo esa línea de razonamiento, se puede pensar que el rock ahora es para vos como una especie de acné juvenil, algo que ya pasó ...
-(Risas) No está mal eso. Creo que, básicamente, la pertenencia a una banda de rock tienen algo que ver con una cuestión de testosterona. Obviamente, hay bandas que trascienden todas las épocas pero creo que, en mi caso, hubo un entusiasmo primario.., adolescente. Por supuesto que sigo escuchando a los Beatles, a The Police y a Pink Floyd, pero el rock entendido como una cuestión solamente muscular, de agite y pogo, a mí ya no me dice nada. Y como tengo ganas de tener cosas para decir, elegí decirlas de otra manera.
-Sin embargo, vos sabés que un público rockero que tenga una comprensión más sanguínea de la cosa, pensará que Iván Noble traiciona al rock...
-Sí. Es cierto, pero eso lo puede pensar solamente un sector muy talibán. La verdad es que así como hay pibes que sólo piensan en mí en clave de rock y se decepcionan, también pasa que hay gente más grande, tipos de treinta y pico, que disfrutan de lo que hago ahora. Además, estoy en un momento de mi vida en el que no hago mucho cálculo. No especulo sobre quién me escucha y quién no. Hago lo que se me canta porque creo que ya es hora de hacerlo.
-¿Esta nueva etapa más calma y solista tiene un límite?
-Yo soy de los que confían en el devenir de las cosas. Pongo los pies en el agua y dejo que venga. Por lo que me pasó con este disco sospecho que cada vez estoy más cerca de situaciones, de canciones íntimas o, si querés, de cantautor, algo que se relaciona más con los años 80, pero evitando esas canciones que venían con un manual de instrucciones, porque quiero hacer canciones bonitas y además no me siento capaz de dar ningún mensaje.
-¿Por qué no; qué te falta?
-Puedo dar una mirada, una apreciación de las cosas que pasan, y de hecho algo se contagia en las canciones que escribo, pero si un cantante se pone demasiado altisonante, didáctico o profético, me parece que se muerde la cola, porque en algún momento se va a terminar metiendo en el medio de una industria cultural o de involución personal en la que no siempre va a poder defender a capa y espada lo que postula. Obviamente está bien que haya canciones que recuerden que "el mundo fue y será un porquería" -aunque ya lo sabemos-, pero me parece que tampoco hay que dejar de lado la poesía. Hubo un Zitarrosa y hay un Dylan, tipos que enseñaban. Y aunque suene cursi, la búsqueda de un vuelo poético, de un acorde, es algo complicado.
- ¿Por qué te ponés en guardia y apelás al "aunque suene cursi"?
-Sé lo que me pasa. Cargo una cultura rock que es bastante más reaccionaria de lo que ella misma sospecha o de lo que sospechamos los que venimos de ella. El rock es bastante machista y quizás arrastra algo tanguero malentendido, según lo cual "los hombres machos no deben llorar", pero los tangos más hermosos son aquellos donde el hombre la pasa mal y el corazón se rompe. Cuando me atajo un poco, es un resabio de eso y para este disco me tuve que sacar algo de ese lastre.
-El disco tiene el tema "Bienbenito" para tu hijo.¿La "Canción del Jardinero", de María Elena Walsh también es para él?
-Fui padre mientras crecía este disco. No fue el disco el que estuvo bajo el influjo de mi hijo, sino yo, y es difícil que eso no se cuele en el trabajo. A mi hijo lo acuné con un disco de ella, como lo hicieron conmigo alguna vez y me pareció una buena manera de cerrar un círculo. Y ahora entiendo por qué esas canciones vienen funcionando a través de varias generaciones.
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"Me empezó a entusiasmar eso de comunicarse con una canción casi desnuda", dijo el compositor.
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