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domingo,
11 de
marzo de
2007 |
Una rosarina investiga en París nuevos antibióticos
Isolda Baraldi / La Capital
Una joven rosarina se convirtió en pilar de una de las investigaciones que se desarrollan en el Instituto Pasteur de París (Francia). Daniela Albanesi, de 30 años, obtuvo la beca Marie Curie y está estudiando el diseño de nuevas drogas antibacterianas que permitirán combatir infecciones humanas que no se pueden tratar con los antibióticos actuales debido a las resistencias que se observan cada vez con mayor frecuencia. En junio próximo, investigadores científicos de Francia y Uruguay, además de rosarinos mantendrán en el Instituto de Biología Celular y Molecular de Rosario (IBR) una reunión de trabajo sobre este proyecto en la que Daniela estará presente. Será un encuentro de importancia científica internacional.
La científica confirmó desde Francia a La Capital su presencia en el encuentro y además contó algunos detalles de su nueva vida parisina. "Lo bueno de esta beca es que incluye lo que ellos llaman fase de retorno, que en el caso mío significa dirigir un proyecto por nueve meses en Rosario. Ya se firmó el convenio con el IBR no sólo para financiar el trabajo sino también para pagarme el sueldo", relató.
La joven ya había hecho dos estadías de estudio en Francia, lo que luego le dio la posibilidad de encarar el posdoctorado. Y fue en esa instancia en la que ganó una de las becas más prestigiosas del círculo académico europeo. La entidad la otorga sólo a siete personalidades científicas no pertenecientes a la Unión Europea.
"Claro que voy a volver a Rosario y, por suerte, ya con trabajo porque muchas veces lo difícil del regreso es que tenés proyectos pero se hace difícil llevarlos a cabo, por falta de fondos, pero no será éste el caso", aseguró entusiasmada.
En medio de la aparatología más novedosa y de última generación Daniela reconoció que París es "una muy linda ciudad", sin embargo admitió que extraña a sus "afectos". En particular a su pareja Federico y a sus padres: "Bahh, a toda la familia en general", explicó.
"Hace tres años que vivo con Federico, y la separación es el esfuerzo más grande que tuve que hacer. Pero la verdad es que éste era el momento, porque todavía no tenemos chicos, sino hubiera sido imposible aceptar la beca", comentó.
Lo cierto es que está en viejo continente desde noviembre pasado y más allá de que vendrá al país en algunas oportunidades, se quedará allí hasta abril de 2008, con un intenso trabajo por delante. Por lo pronto, tiene una jornada laboral de nueve horas promedio diario, de lunes a viernes, mientras que está libre los sábados y domingos. "Son días de descanso y está en la voluntad de cada uno qué hacer. Muchos sábados voy igual al instituto, pero los domingos no. Esta es una actividad que no tiene horarios demasiados regulados, es difícil ponerle límites pero el promedio son nueve horas diarias", explicó.
En este caso dejó sentado que no será otro cerebro que emigra del país, por el contrario tiene muchas ganas de volver y aportar al desarrollo del IBR en todo lo que esté a su alcance.
Si bien el objetivo final del proyecto es llegar a las nuevas drogas resistentes a los microorganismos, actualmente el trabajo está centrado en encontrar una estructura para superar aquellas barreras. "Eso no quiere decir que luego no se tope con un microorganismo resistente", detalló Daniela con calma.
Más aún, contó que por estas horas se está caracterizando de modo estructural una proteína por lo que, una vez que eso se logre, se podrá hacer un diseño "para buscar un compuesto que pueda interferir", indicó.
Después vendrá la búsqueda de los compuestos para luego determinar que sean efectivos y que tengan una buena reacción en los humanos, agregó. El trabajo parece complicado y cuanto menos largo. "Llevará tiempo, pero está la posibilidad de lograrlo y eso es lo importante", esgrimió.
El proyecto que está desarrollando Daniela tiene también su origen rosarino ya que se trata de la caracterización de un regulador de la síntesis de lípidos de bacterias, descubierto en el laboratorio del IBR. Este regulador está presente en distintas bacterias Gram-positivas muchas de las cuales son patógenas para el hombre. Así se plantea una estrategia multidisciplinaria que combina técnicas de biología estructural (cistalografía de rayos X), bioquímica, biofísica y genética con el fin de comprender en detalle el mecanismo de acción de ese regulador.
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Fotos
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Daniela Albanesi estudió en la Universidad de Rosario.
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