La maestra rosarina que creó la escuela antártica

El único colegio de ese territorio austral argentino cumple hoy 10 años de existencia

Hace 10 años, Nélida Juich no imaginó ni por ventura que ayer, cuando se encontró con La Capital, iba a estar en Rosario hablando de la escuela que impulsó en la Antártida. Un proyecto que logró materializar y que hoy es un emblema de aquél lugar inhóspito que esta maestra rosarina ama con pasión.

El tesón que puso Juich mientras estaba radicada en Tierra del Fuego para que se ejecutara la propuesta de instalar el único colegio que existe en la Base Esperanza (Antártida Argentina) la hizo merecedora de que la llamen la "mentora".

Un convenio firmado en 1996 entre el Ministerio de Educación de la Nación, el Ejército Argentino y el gobierno de la provincia de Tierra del Fuego fue el puntapié inicial para llevar a cabo la meta.


Enamorada
En ese tiempo Juich era supervisora de nivel inicial EGB I y II educación especial educación del adulto y gabinetes psicopedagógicos de asistencia escolar del Gobierno de Tierra del Fuego Pero fundamentalmente amante y enamorada del proceso de instalación argentina en la Antártida y de esa geografía invadida por el hielo

Por eso, le tocó plasmar la iniciativa de abrir la escuela. "Fue fácil firmar la iniciativa, pero había que aplicarla", recordó la mujer, docente jubilada desde hace cinco años y tan coqueta que no quiere decir su edad.

Lo cierto es que la creación de la escuela Nº38 "Presidente Julio Argentino Roca" terminó formalizándose a través del decreto provincial Nº1.673/96. "Para el fueguino fue algo muy importante porque significó seguir manteniendo la presencia en ese territorio y, de este modo, sentando las bases como se viene haciendo ininterrumpidamente", dijo en su casa de Rosario poco antes de aprestarse a emprender viaje al sur donde mañana se va a realizar el acto homenaje a el establecimiento educativo que hoy cumple 10 años de existencia.

La institución fue levantada pensando en los chicos que viven en la Base Esperanza. Se trata de los hijos de los matrimonios que anualmente son destinados por el Ejército a ese sitio austral. Y que, evidentemente, necesitan continuar con su educación.

Para ser docente allí es necesario también conformar una pareja de casados que deberá vivir un año en ese territorio extremo. Por eso, ya son diez los matrimonios que pasaron por la escuela Nº38; gente que debió adaptarse a compartir sus días con una comunidad conformada por alrededor de 50 personas.

"Para estar allá, tan lejos, es necesario tener un temperamento especial", confió Juich, la rosarina que volvió a la ciudad donde nació después de 36 años y medio en la provincia más austral el país.


Fisonomía austral
La escuela es similar al resto de las edificaciones que conforman la Base Esperanza Está sujeta por lingas debido a los fuertes vientos contiene aulas múltiples y un jardín de infantes Su matrícula varía según la cantidad de hijos que tengan los ocasionales habitantes de ese suelo sureño Hay entre 15 y 23 estudiantes cada año que realizan todo tipo de actividades como danzas idiomas y computación Hay que mantenerlos ocupados como al resto de la gente en la Antártida no podés estar en ocio para no pensar dijo Juich sabedora de que no es fácil permanecer casi en el aislamiento absoluto respecto del resto de la sociedad

La docente estará mañana en Río Grande, cuando se homenajee a su escuela durante un acto en el que se hará presente el gobernador de Tierra del Fuego, Hugo Cóccaro, la ministra de Educación, Marisa Cabrera de Urdapilleta, y, si sus actividades lo permiten, el ministro de Educación de la Nación, Daniel Filmus.