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domingo,
04 de
febrero de
2007 |
[Nota de tapa] Fábulas en la arena
Con la sonrisa a flor de piel
Jorge Timossi inspiró a Quino para crear a Felipe. Es escritor, vive en Cuba y como el personaje sueña con un mundo más justo
Lisy Smiles / La Capital
Jorge Timossi (Buenos Aires, 1936) se enteró de la existencia de Felipe, el amigo de Mafalda, cuando estaba en Argelia, en 1968, trabajando como corresponsal de la agencia de noticias Prensa Latina. Al ser Quino su amigo, prestó especial atención a la historieta. La leyó con fruición, y se descubrió. “Soy Felipe”, arriesgó, pero debió esperar dos años hasta conseguir la dirección de su amigo para establecer contacto. Entonces, le envió una tarjeta con una sola palabra “Confiesa”. La respuesta fue un afiche de Felipe con su clásica pregunta: “¿Por qué justo a mí tenía que tocarme ser yo?”. El tiempo pasó y Jorge Timossi sigue soñando, imaginando personajes, buscando la justicia. Ahora es funcionario cubano, allí vive, antes integró el grupo fundador de Prensa Latina, fue amigo de Rodolfo Walsh y Paco Urondo, y cuando vivió en Chile jugó al ajedrez con Salvador Allende. Además de periodista, optó por la literatura y recientemente publicó “Cuentos y fábulas” (Del Nuevo Extremo), ilustrado por Rep.
Los que lo conocen personalmente entienden las semejanzas. Dicen que es delgado, tiene dientes pronunciados y orejas puntiagudas. Timossi admite que aún persisten en él las huellas de Felipe. “Me gustan los cowboys y me enamoro secretamente de las mujeres”, confiesa en diálogo con Señales.
Timossi es vicepresidente del Instituto Cubano del Libro y dirige la Agencia Literaria Latinoamericana. Dejó Argentina en 1958. Se instaló en Cuba en 1962 para fundar Prensa Latina y su “primera cobertura seria” para la agencia fue la invasión norteamericana a Santo Domingo. Trabajó como corresponsal en Argelia durante tres años (entre el 68 y el 70), y desde allí cubrió sucesos como la toma de poder de Khadafi en Libia. Cuando Allende ganó las elecciones en Chile, viajó a Santiago, donde se quedó hasta un día después del golpe de Estado de 1973. Vivió también en Sri Lanka y conoció la India, Hong Kong y Japón. También fue testigo de la revolución sandinista en Nicaragua.
“Cuentos y fábulas” reúne narraciones y también pequeños relatos sobre animales. Tanto unos como otros están recorridos por una mirada donde el humor y la ironía impregnan a un sinnúmero de personajes. Cada texto cuenta con un plus: Rep, fue el encargado de las ilustraciones. Señales publica algunos de ellos (páginas 4 y 5).
—Llama la atención en los cuentos que usted escribió el manejo del punto de vista. En algunos es como que el narrador entra y sale de escena, se huele cierta a tensión entre crónica y literatura.
—Sí, tienes razón, esa tensión entre crónica y literatura está presente. Soy de los que piensan que hay estrechas relaciones entre periodismo y literatura (como también hay diferencias, claro).
—¿Lo conoce a Rep? ¿Qué opina de sus ilustraciones para el libro?
—Lo conocí por medio de una querida amiga común, Cipe Fridman. Sus ilustraciones me parecieron formidables, fantásticas, realzan muchísimo los textos. Y Rep puso su humor, su ironía, que compatibiliza muy bien con los míos.
—¿Cómo conjuga el trabajo de escritor con el de periodista?
—Es lo mismo de lo mismo. Solo hay que ponerse a escribir para un objetivo determinado. Y alguien dijo una vez que el buen periodismo es poesía pura. En cualquiera de los géneros se mezcla la ficción y la realidad.
—¿Imaginaba cuando estaba en el laboratorio donde trabajó en Buenos Aires que la vida lo llevaría a estar cerca de personajes clave de la historia?
—No, jamás me lo imaginé, tendría que haber tenido una bola de cristal, que menos mal no la tuve, por que soy amante de las sorpresas que da la vida y como tengo mucha suerte la vida me deparó muchas sorpresas. Una de las más grandes es haber conocido a creadores como Quino y Rep. Dos libros ilustrados por ellos... más no se puede pedir.
—En un listado de escritores que visitaron la Feria del Libro de Buenos Aires figura como cubano, ¿cuál es su relación con Argentina? ¿Qué significan una y otra para usted?
—Argentina es donde yo nací, donde la dictadura asesinó a varios de mis amigos, Walsh, Pirí Lugones, Paco Urondo. Donde tengo nuevos amigos. Cuba es para mí poder vivir, trabajar y crear en marco de justicia y ética.
—¿Por qué le gusta escribir y cuando lo descubrió?
—Me gusta escribir porque me descansa, me hace reír, a veces interiormente, a veces a carcajadas, y quien me escucha piensa que estoy loco. Descubrí la escritura cuando empecé a hacer poemas, muy malos, a los doce años.
—¿Aún sigue viendo huellas de Felipe sobre usted? ¿Vale aún la pregunta que le dedicó Quino: “¿Por qué justo a mí tenía que tocarme ser yo”?
—Sí, claro, soy un Felipito, igual que lo es Quino. Me gustan los cowboys, me enamoro secretamente de las mujeres, me ruborizo. Esa pregunta sigue siendo muy válida hasta hoy, y yo me la formulo constantemente, y no tengo ninguna respuesta.
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