La disciplina domina el campamento rojinegro

En el búnker está todo programado: trabajo, descanso y recreación

Se puede decir que el plantel de Newell's está hecho a la medida de su entrenador Nery Pumpido. El respeto por los horarios se cumple a rajatabla para cualquier actividad programada y a la hora de las indicaciones para los respectivos ejercicios sólo se escucha la voz del preparador físico Carlos Marzo. En este contexto, no se oye ni el zumbido de una mosca.

Todo funciona a la perfección en el campamento leproso instalado en el céntrico hotel República de Mar del Plata. Parece que en el diagrama de la pretemporada rojinegra no hay espacio para la improvisación. A la mañana todo el mundo se levanta a las 7 y los jugadores abordan el micro con puntualidad rumbo al escenario de la práctica (los médanos del sur o Parque Camet, en el norte).

De regreso es el turno del gimnasio y el relax hasta la hora del almuerzo: 12.30 en punto. Luego hay un rato de ocio para hacer la digestión y todos deben subir a descansar a las habitaciones hasta la práctica vespertina. El colectivo parte rumbo a Cadetes de San Martín aproximadamente a las 17 y tras media hora de viaje comienza el ensayo con pelota. En el predio ubicado sobre la ruta 2 los jugadores ya se encuentran con los circuitos de trabajo señalados y enseguida comienza la acción, que se extiende casi hasta la puesta del sol.

El regreso se hace con las últimas luces del día. Cena, un rato de libertad para despejar la cabeza y luego cada integrante de la delegación debe subir a la habitación a descansar para reponer energías. Las reglas no distinguen entre jugadores experimentados y juveniles, todos las respetan y están de acuerdo con que es el mejor camino para amar un equipo protagonista.

Después habrá que plasmar tanto sacrificio con buen juego cuando comience el Clausura, el segundo fin de semana de febrero, en Liniers, ante Vélez.