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 domingo, 14 de enero de 2007  
Falta de atención en niños y jóvenes

Desde 1947 fueron descriptos por la psiquiatría los signos de un trastorno que hoy recibe el nombre de déficit atencional. Desde entonces se ha tratado de demostrar que los niños o adultos podían padecer de una desorganización de su atención e incluso manifestar un exceso de actividad motriz. Ha sido común suponer que tales síntomas debían ser frenados, si era necesario con medicación.

La dificultad para sostener la atención en una actividad, una lectura o lo que otra persona dice, puede responder, y únicamente en determinados casos, a traumatismos orgánicos como lesiones cerebrales, dificultades oftalmológicas o auditivas. Sólo la concreta detección de tales patologías avalaría la medicación.

El neuropediatra Víctor Feld dice que desde la explicitación del sindrome se ha intentado responder indagando exclusivamente en el cerebro. Es así que se alude en relación al trastorno desatencional, a alteraciones en la neurotransmisión cerebral. Sabemos que las patologías anímicas en general pueden alterar el normal funcionamiento del cuerpo, lo cual no implica que sea una predisposición genética la que haya causado el trastorno funcional. En este sentido, y cuando se han descartado daños orgánicos, la medicación puede funcionar como paliativo, pero es importante desmitificar la idea de que es un remedio que cura la enfermedad.

La doctora en psicoanálisis Silvia Bleichmar afirma que un abordaje parcializador de este cuadro que responde a un desorden subjetivo o psicológico, está vinculado a una competencia de mercado que alienta una posición biologicista.

Algunos adolescentes con adicción a drogas, habían sido medicados en la infancia sin haber tenido ninguna lesión orgánica, ni trastorno subjetivo severo que legitime tal administración.

Surge la necesidad de reflexionar acerca de la relación entre los abusos en la administración farmacológica en los niños y la incurrencia futura en la práctica del consumo de drogas. A partir de la especificación de la raíz subjetiva de la desatención, será posible planificar un tratamiento acorde a la realidad de cada persona.

El trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad define un conjunto de signos que evidencian una perturbación subjetiva. Son los deseos y motivaciones lo que en el ser humano orientan la atención. Darles "rienda suelta" a estos, implica estar liberado de otras posibles preocupaciones que exijan que la actividad de pensar se concentre en ellas. Un cambio o situación de duelo puede ocupar la cabeza de forma tal de no dejar energía libre para conectarse con el entorno. Un círculo familiar atravesado por conflictos a los cuales es imposible sustraerse puede seguir operando más allá de la distancia que media entre éste y el lugar donde se encuentra la persona. Una dificultad subjetiva importante puede evidenciarse también en la imposibilidad de atender.

La inhibición del yo que causa la desatención responde al asalto de ciertas ideas o pensamientos de los que la persona no puede sustraerse. Será una indagación laboriosa lo que devenga en una vía de resolución de la dificultad.

Cristina Elicabe Urriol

Psicóloga

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