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sábado,
13 de
enero de
2007 |
Un taxista
amigo de lo ajeno
El 31 de diciembre, a las 13.15, mi novio y yo tomamos un taxi con destino a la Terminal de Omnibus para dirigirnos a la ciudad de Paraná a pasar fin de año con mi familia. Lo abordamos en Alem y Zeballos y nos dejó en Santa Fe casi Cafferata. En un descuido y debido a la cercanía de la partida del micro, pagamos y nos bajamos del taxi apresuradamente olvidando nuestra valija en el asiento de adelante. En ningún momento el taxista apeló a llamarnos la atención por el olvido, es más no volvió al sitio en las dos horas siguientes que esperé en dicha esquina. La valija estaba correctamente identificada, por lo que era de esperar que una persona honesta la devuelva a su dueño o intentara comunicarse. Perdimos la ropa de ambos, regalos para mis padres, hermanas y sobrinitos, a los cuales visito unas dos veces al año. Este hombre de unos 55 años, morocho y robusto nos hurtó nuestra dignidad amparado por el permiso de la Municipalidad y el gremio de taxistas. Me pregunto si existe un “corredor de seguridad para el usuario”, como el que reclaman para ellos. Por otra parte, felicito a este “señor” por haberles brindado a sus hijos y nietos si los tuviere un excelente “regalo de honestidad para estas fiestas”. Su cara no la voy a olvidar, su auto tampoco, algún día lo encontraré. Exijo justicia.
Laura Scarafía, DNI 27.880.996
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