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jueves,
28 de
diciembre de
2006 |
Príncipe y mendigo
Cuando el 17 de septiembre de 2000 se sumergió en un mar de billetes, Gerardo Walter Sosa comenzó a ahogarse en sus males. La vida del entonces adolescente de 17 años giró bruscamente con cinco millones de dólares.
Algunos estimaron que el muchacho le robó dinero a su padrastro para costear la jugada que le cambiaría la vida.
No tuvo una infancia fácil. Hasta que se chocó con la suerte, Sosa recibió más golpes que guiños. Su padrastro lo maltrataba frecuentemente e instaló en su casa un clima de violencia que incluía sueños a la intemperie durante las noches de frío. "Siempre estuvo en medio de una familia desintegrada", aseveró una persona ligada a la causa. Pero en el septiembre del Loto, el chico abandonó los estudios y se dedicó a la vida licenciosa y sin control. Nunca trabajó y en cuestión de meses dejó de ser el receptor de los castigos en su casa para transformarse en objeto de adoración.
Las salidas preferidas con sus amigos tenían como destino las whisquerías donde un buen monto de billetes alcanza para momentos de placer efímero. Sosa pagaba todo y proponía las chicas más jugosas para sus conocidos. Cuando conoció a la bella Dutheil, el joven no cambió sus hábitos nocturnos. Tan tormentosa como la relación con su familia, los días con su concubina transcurrían entre peleas, discusiones y separaciones constantes.
A partir de aquel invierno azaroso, los días de Sosa no serían los mismos. Como tampoco lo fueron aquellos que transcurrieron desde el 9 de septiembre de 2004, cuando degolló a su concubina Claudia Elizabeth Dutheil.
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