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sábado,
18 de
noviembre de
2006 |
La tormenta de granizo
El cielo
nos apedreó
Los que tuvieron la fortuna de estar bajo techo fueron testigos de los daños que causaba el temporal. Los que circulaban por la calle al igual que yo, vivieron le violencia del clima en la piel, el caos de circular por la calle, con gente fuera de sí tratando de esconder sus autos bajo cualquier techo. Desde las 17 esperaba el taxi como cada miércoles, parada en la esquina de Mitre y Rioja. El taxi nunca llegó. Fumé mi cigarrillo y la preocupación de no llegar a mi clase de las 17.30 pasó a un segundo plano mientras olía la tormenta y el polvillo me alertaba que se acercaba aún más. El cielo en el norte ya estaba negro. A las 17.25 se desató la pedrada controlado por mi reloj al que miraba incansablemente por mi retraso. Otra vez la piedra. En San Pedro en noviembre del 89 viví una experiencia similar, más agresiva tal vez, y con la suerte de estar bajo techo. Cada uno piensa en sí mismo. Pienso en mi experiencia anterior y sus consecuencias, que seguramente serán las mismas aquí en Rosario: cosechas perdidas, guardias nocturnas en negocios que vieron sus vidrieras destruidas, meses para un turno en el vidriero, chapas tapando agujeros, autos con lunetas de cartón, plástico y cinta adhesiva, escuelas y universidades sin clases... En fin, también debemos lamentar muertes. Los daños y consecuencias económicas los mediremos con el tiempo, y seguramente la próxima vez que el cielo se encapote la memoria desatará la inevitable reacción del éxodo del tránsito buscando escapar hacia un lugar seguro.
Andrea García Blas, DNI 24.431.55
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