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 domingo, 12 de noviembre de 2006  
Colectividades: esperas y desorden al volver, tan tradicionales como la fiesta
Termina hoy la edición 22 con elección de reina y fuegos artificiales. Calculan que habrá 100 mil personas

Llegar hasta al Encuentro de Colectividades y, sobre todo, emprender el regreso puede transformarse en una verdadera odisea no exenta de desorden y descontrol. Embotellamientos, paradas de taxis vacías, gente peleando por conseguir un coche y colectivos que demoran casi dos horas son algunos de los obstáculos que cada noche sortean quienes visitaron la fiesta en el Parque Nacional a la Bandera. El público se queja: manifiesta que con estas masivas concentraciones se ponen en evidencia las falencias del servicio público. Pero los responsables del control y seguridad del megaevento coinciden en decir que "no hay lugar en el mundo" donde una reunión de unas cien mil personas se desconcentre en menos de una hora. Es más, aseguran que los operativos se han aceitado con los años y que los atracos son prácticamente inexistentes (ver aparte). Hoy, la última noche de esta edición 22 del encuentro, incluirá elección de reina y fuegos artificiales. Será la prueba de fuego cuando unas 100 mil personas tengan que volver a su casa.

La Capital visitó el predio la noche del martes cuando el recital del Chaqueño Palavecino convocó a unas 50 mil personas cerca del escenario, según los datos de la Secretaría de Cultura de la Municipalidad. Constató en esa cuarta noche, y también en relevamiento de jornadas posteriores, algo que ya es tan tradicional como la propia fiesta: un panorama desordenado y largas esperas al momento de desconcentrar.

El operativo de tránsito había comenzado temprano, apenas pasadas las 19, cuando se cortaron los accesos al parque, tanto sobre avenida Libertad -a la altura de San Juan-, como sobre avenida Belgrano -a la altura de Sargento Cabral-.

Los primeros en llegar fueron los cuida coches que se organizan sobre las calles adyacentes y, según los conductores, cobran hasta cinco pesos por "mirar" el vehículo. Eso sí, una vez que se sortea el embotellamiento de autos que se produce por la búsqueda de un lugar libre, recién allí se puede comenzar a disfrutar, al menos hasta que se resuelva volver de la fiesta.

Quizá quienes más sufren el regreso son los visitantes que dependen del servicio de transporte público. El panorama para ellos es desolador: tanto las paradas de colectivos como de taxis se encuentran atestadas de gente; dicen que pueden llegar a esperar hasta dos horas por un bondi y que las unidades negras y amarillas brillan por su ausencia.

Es más, la demanda de taxis es tanta que durante la desconcentración se generan múltiples peleas e insultos entre los pasajeros; situaciones difíciles que obligaron a los choferes a pedir paradas vigiladas especialmente por agentes policiales.

La primera noche que este diario visitó la fiesta, Rubén estaba al volante de un taxi. "La gente nos pide que llevemos a más de cinco por viaje y eso no se puede, les decís que no y se enojan", contó el chofer. E inmediatamente agregó: "El problema es que muchos salen borrachos y cuando le paramos a alguien que está en la cola, quieren subir enseguida y se agarran a piñas o te quieren patear el auto".

Mientras tanto, están los que hacen colas ante las paradas vacías o caminan durante horas a la caza de una unidad desocupada. Silvana dijo que acostumbra a ir todas las noches a la feria porque su hija Florencia baila para la colectividad libanesa y el martes sobre la medianoche, no fue la excepción. "Casi siempre llegamos a esperar más de 40 minutos porque están todos los taxis ocupados y en las paradas... nada", contó la mujer, mientras caminaba por calle Rioja.

Durante los días de semana la desconcentración se realizó en promedio a la una de la madrugada, mientras que los fines de semana se extendió hasta cerca de las 4. Esas son las horas pico donde los colectivos circulan atestados y en las paradas los usuarios padecen esperas eternas. "Es un desastre, el otro día esperé el 128 más de una hora y nos llevó como animales arriba del coche", contó indignada Romina, quien esperaba el mismo colectivo en la esquina de Buenos Aires y Córdoba para llegar a su casa en zona sur. Ante la multitud, los inspectores de la Secretaría de Servicios Públicos de la Municipalidad intentaban poner "un poco de orden".

El municipio dispuso inspectores en las paradas más cercanas a la feria, con la idea de que controlen la circulación de los colectivos. Lorena Catuara, una de los agentes, aseguró que "desde el inicio del encuentro controlamos, entre otras cosas, que los coches paren sobre el cordón, que no estén en mal estado, y que la gente pueda subir y bajar como se debe". Según dijo, los colectivos "tienen en general buena frecuencia", pero reconoció que algunos como el 128 demoran más. Esa noche cargaba con un atraso de más de 20 minutos.

Sin embargo, los usuarios aseguran que las esperas superan esa marca. Previsoras, tanto Viviana como Victoria, de Alberdi, se retiraron de la fiesta el fin de semana pasado una hora antes para evitar la multitud, pero la noche del martes quisieron quedarse algo más y tuvieron que esperar que el 107 las llevara al norte de la ciudad. Lo mismo les pasó a Claudio y Sonia, quienes aseguraron que el único colectivo que tiene buena frecuencia es la K. "El resto es un desastre, como el 121 que hay que esperarlo más de media hora", indicaron.

Ni hablar de quienes se quedan hasta el final. Marta vende en la feria juguetes luminosos a tres pesos y se queda a apagar la luz cada noche, acompañada de su hija de seis años. "Llegué a esperar dos horas el 146, lo único positivo es que en esos casos aprovecho para seguir vendiendo porque en taxi no puedo volver", cuenta la mujer que vive en Fisherton. "No queda otra", agrega resignada.
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Multitudes se desconcentran a marcha lenta por calle Córdoba.

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