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domingo,
12 de
noviembre de
2006 |
OPINION
"Un espectáculo
felliniano para
fieras voraces"
Marcelo Menichetti / La Capital
El encuentro de colectividades de Rosario, calificado como una de las fiestas populares más grandes de Latinoamérica, se mete definitivamente en el mundo del espectáculo al programar artistas ajenos a sus genuinos representantes. El crescendo de público, tras 22 años, confirmó que los inventores de la fiesta habían dado en el clavo al crear un espejo donde todos los argentinos nos vemos reflejados.
Pero la fiesta está hoy definitivamente perdida. Los miles de caminantes que actualmente recorren el encuentro perciben muy poco de aquellos fuegos primigenios. Palpan apenas resabios de la esencia y se quedan con los apretujones, algún latrocinio de billeteras o celulares, mucho cansancio, y más nostalgias de lo que fue que satisfacciones por lo que es.
Quienes otrora se encargaban de pelear para que las muestras culturales ganaran espacios al mero divertimento y a los atracones gastronómicos hoy alimentan al monstruo masificador contratando artistas para "reforzar" las presentaciones de cada colectividad.
Lo esperable era la convocatoria de quienes ampliarían la propuesta cultural, como podrían ser cantantes y músicos representativos de las artes italianas, españolas, árabes, judías, rusas y alemanas, sin olvidar los hermanos latinoamericanos representados en la Argentina. Sin embargo el desfile de estrellas en la edición 2006 comenzó con Marcela Morelo, siguió con la Orquesta Color Tango, el Chaqueño Palavecino, Memphis La Blusera, Rali Barrionuevo, el Dúo Coplanacu, Franco Luciani, Monchito Merlo y terminará con Chiqui Abecasis.
El resultado es casi "felliniano" dando pasto para las fieras más voraces. A menos, claro está, que lo que se busque sea ni más ni menos que la mera suma de gente a cualquier costo. Lo que constituye un pobre homenaje para quienes iniciaron otra senda.
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