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 domingo, 05 de noviembre de 2006  
Disputas, vivencias y vacío legal en el universo de las empresas autogestionadas
Recuperadas: la segunda vuelta del proceso
Un estudio local analiza el escenario actual y cómo avanzar en la identidad de estas experiencias

En gran número nacieron como fruto de la crisis económica que desmanteló el tejido productivo en la Argentina, pero son la expresión masiva de un proceso que se inició en país y América latina en la década del 50. Atravesadas por la heterogeneidad pero al mismo tiempo por un proceso de construcción democrática, las denominadas empresas recuperadas (ER), comienzan a buscar su identidad dentro de la economía social y un espacio en las redes institucionales y de mercado.

La multiplicidad de experiencias -que por momentos transforma en arbitraria la denominación, aunque necesaria por muchos rasgos comunes- hace que surjan cada día con más frecuencia interrogantes sobre cómo avanzar en este proceso. Cómo manejan la incorporación de nuevos trabajadores, cómo se distribuyen las ganancias, cómo se calculan las retribuciones a la fuerza de trabajo, de qué forma se relacionan con sus proveedores o incluso con sus pares, son parte de los cuestionamientos que muchas ER comienzan a plantearse luego de atravesar el proceso inicial de la recuperación de la empresa.

Ante experiencias donde se combinan el capital privado, la cooperativa y los subsidios oficiales, pasando por otros donde sólo se recupera el colectivo de trabajo o el "saber hacer", hasta a aquellas donde hay una red asociativa entre las mismas recuperadas para ganar escala, surge el interrogante sobre cómo seguir con este proceso novedoso y dinámico.

Estos desafíos fueron abordados en un trabajo denominado "Las llamadas empresas recuperadas, magnitud, alcances y perspectivas", elaborados por los economistas Sergio Arelovich, Gerardo Aguirrezábal y María Victoria Deux Marzi quienes a través de la Centro Cultural Arturo Jauretche y respaldado por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación, encararon una investigación sobre un universo de 52 empresas recuperadas de todo el país bajo la fórmula de encuesta.

Los borradores de avance del informe final, que será presentado 7 de noviembre en la Facultad de Derecho a las 19.30, marcan algunas pautas claras. "Es un proceso de construcción democrática y heterogéneo, la mayoría de las empresas reproducen el esquema productivo (hacen lo mismo que la empresa anterior) y en general todavía no se plantearon como desafío pensar en nuevas cosas, como un modelo de desarrollo sustentable no sólo desde el punto de vista empresarial sino en vinculación con el medio, con el medioambiente y con la reproducción de la escala salarial", señaló Arelovich.

El avance del estudio indica que del total de empresas encuestadas sólo 46 respondieron sobre los ingresos mensuales de sus trabajadores. Sobre ese universo, reparten en total mensualmente poco menos de $ 2,1 millones y en promedio sus trabajadores reciben $ 724 al mes.

Además, a fines de 2005 las 50 recuperadas de la muestra generaban 2.945 puestos de trabajo y de las 36 que respondieron sobre la cantidad de trabajadores al inicio de la actividad autogestionada, 21 generaron 498 nuevos puestos y sólo en tres casos el número de trabajadores se redujo, 7 personas en total.

Esto da como resultado un incremento neto de 491 nuevos puestos de trabajo, de los cuales, 339 (70%) corresponden a cuatro empresas.

En materia de remuneración, la investigación permite comprobar que en este grupo de empresas lo que reciben sus trabajadores (o socios) es menos de 100 pesos promedio sobre el promedio simple del salario de bolsillo de la primera siete categorías del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, que arroja unos 821 pesos contra los 724 de las ER relevadas.

"Una de las cuestiones que nos planteamos es ¿qué se recupera, la actividad, el puesto de trabajo, la empresa, la experiencia del trabajador en cuanto generador de valores concretos para una actividad específica, el colectivo laboral?", indicó Arelovich y explicó que según encuestas realizadas por la Universidad de Buenos Aires donde se le consulta sobre esto al trabajador, cada uno tiene una respuesta diferente.

Y a partir de eso, distintos son los abordajes que se le da al tema del reparto del valor agregado, de la remuneración o de la propia forma jurídica que adquiere esta nueva experiencia.

"La remuneración se construye de manera muy diferente según las empresas. Hay experiencias con salario igualitario sin importar qué función se cumple, hay casos donde son diferenciados por la aptitud, capacidad o función concreta que se desempeña y hay otras que tienen en cuenta la antigüedad", expresó el economista titular de la investigación.

En ese sentido señaló que la complejidad de casos no sólo se da si se compara con el resto de los salarios del Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones sino adentro de las propias recuperadas. "Hay algunas cuyas remuneraciones alcanzan los 1.500 pesos mensuales y otras apenas 300 pesos", dijo.

Otro punto a reflexionar está vinculado con qué buscan realizar los trabajadores con la experiencia de autogestión: replicar lo actuado hasta ahora por la vieja empresa o reconfigurarse desde el punto de vista productivo.

"Un dato interesante que surgió en el estudio fue el gran universo de las que hoy son recuperadas que fueron empresas cuya actividad se consolidó en la segunda etapa de sustitución de importaciones de la Argentina", apuntó Arelovich y señaló que "esto entre otras cosas nos habla de la incapacidad de modernización de las explotaciones productivas para aggiornarlas a las transformaciones que hubo en el país en las décadas del 70 y el 80", dijo.

Sin embargo, aquí hay mucha tela por cortar. Según el borrador de avance del estudio, sólo 22 de 46 empresas realizaron modificaciones en los productos o servicios ofrecidos o en la actividad productiva.

En relación a la actividad, en el 68% de las empresas de la encuesta se reiniciaron todas las líneas de productos de la empresa anterior. A su vez, 34% incorporaron nuevas líneas y el 16% planeaba hacerlo en el corto plazo al momento de la encuesta elaborada a mediados de 2005.


Rasgos comunes
Aunque la multiplicidad de experiencias es un rasgo de las ER, de hecho el conjunto de rasgos comunes le dan una identidad.

Según Arelovich, "por un lado hay un ciclo que no es obligatorio pero por el cual la mayoría transitó que es una situación de quiebra o insolvencia del patrón o la empresa anterior, un vacío de la presencia de gobierno, demanda a partir de los propios trabajadores tanto para cobrar los salarios como para recuperar el puesto, expandir horas trabajadas o recomponer nivel salarial.".

Ante esto, se produce un proceso de pelea o disputa y cuando se llega a un punto en el cual la viabilidad de la antigua empresa es irreversible.

Paso seguido comienza un litigio judicial y empieza un conflicto en el cual los trabajadores quieren trabajar, el juez no los deja, hay una puja, los acreedores quieren cobrar de cualquier manera, se pelea por los medios productivos principales fundamentalmente máquinas y herramientas, etcétera. "Todo eso genera una experiencia inédita, eso no se da en la creación de una empresa", puntualizó.

La fórmula jurídica -tan variada como las experiencias existentes- tampoco tiene un marco normativo y legal que abarque a las empresas recuperadas o que al menos las contemple en su total dimensión.

De la experiencia de autogestión demuestra que se trata de proyectos viables. "No hay que pintarlo color de rosas sino describirlo tal cual es, un proceso con sus conflictos y contradicciones que tiene todas las posibilidades de desembocar en la creación de un patrón colectivo", dijo Arelovich.
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Del estudio se desprende que sólo la mitad de las empresas recuperadas cambiaron los productos y servicios ofrecidos.

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