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domingo,
05 de
noviembre de
2006 |
Ultimo recurso. Cada vez más padres hacen público el drama de sus hijos
Entre el pudor familiar y la desesperación
Como no saben dónde ir piden ayuda en Tribunales. Cuatro testimonios revelan cómo es el infierno en casa
Silvia Carafa / La Capital
"Me gritó botona, alcahueta, ortiva y que estaba preso por mi culpa". Aunque el relato resulta impensado para un vínculo filial, es el que hizo Elsia Marisel Benítez después de llevar a la comisaría 1ª de San Lorenzo las prendas que su hijo de 15 había robado en una tienda de esa ciudad. Desde los 13, el chico se mueve entre las drogas y la delincuencia y le dijo a su familia: "Duerman con un ojo abierto porque los voy a boletear". En Rosario, Ana María, Alfredo y Mary vivieron el mismo drama: denunciaron a sus hijos, presos de la adicción "antes de que terminen en una zanja". Elsia, Ana María, Alfredo y Mary no se conocen pero comparten un dolor: hicieron público el infierno que viven sus hijos para pedir la ayuda que dicen no pudieron conseguir de otra manera. Son cuatro testimonios, aunque los especialistas dicen que son muchos más los padres que llegan a los Tribunales porque "ya no saben qué hacer". Cruzaron el límite entre los secretos familiares y la angustia porque sienten que sus hijos pueden "matar o morir mañana".
Para los especialistas lo nuevo es que los padres hagan visible el drama que viven ante la Justicia, la policía o la prensa como una forma de pedir ayuda. El aumento de las denuncias abre un espacio que crea tensión entre lo privado y lo público, los lazos filiales y el delito, el pudor y la desesperación. Sienten que sus hijos se transformaron en desconocidos y no saben cómo ocurrió, aunque intuyen que ese dolor tiene raíces compartidas. Algo se resquebrajó en los vínculos tempranos y los dejó sin dirección.
"No quería llegar a esto pero no tengo otro camino", dijo Alfredo en Tribunales después de pedir ayuda para su hijo de 13 años que se droga todos los días y que llegó a enfrentarlo al igual que sus hermanos de 18 y 23, también adictos. A su turno, los tres varones convirtieron el hogar del barrio de Colombres y Juan B. Justo en un infierno, relató. "Ahora me dijeron que toda la familia tiene que hacer un tratamiento, pero yo necesito ayuda urgente porque mi hijo no da más", clamó el hombre después de recorrer despachos y oficinas.
En el mismo lugar y llorando, tres meses atrás, Ana María había visto esposado a su hijo de 14 años después de que su propia denuncia abortara uno de los robos en los que el chico había participado. Más cerca en el tiempo, desde Pasco y Cochabamba, Mary pidió al diario que algún juez se apiade de ella y la ayude a salvar a su hijo Ramón que estaba al borde del suicidio.
Un mes atrás, en Garay al 3100 un matrimonio se sobresaltó con el llamado de la policía en la madrugada. Le informaron que su hijo, de 22 años, estaba detenido en la seccional 18ª, acusado de robar un aparato de televisión. La mujer admitió que no era el primer electrodoméstico que su hijo le robaba. En el piso de la comisaría, roto en la huida, estaba su televisor, última prenda a la que el joven había echado mano para comprar drogas.
Semanas atrás la crónica policial sumó otro dato. Un adolescente fue detenido tras asaltar una pollería y su madre decidió tramitar una orden judicial para evitar que la "mala junta que llevó al chico a la droga" se acercara a su casa de la zona de Lavalle y Rioja. Aturdidos y conmocionados, los padres piden ayuda. "No hay políticas públicas en materia de adicciones, habría que discutir de quién es la competencia en la solución que piden los padres", argumentó el juez de Menores Nº4, Juan José Carmona.
de estar separado nunca se desentendió de la familia. Ahora, su hijo de 13 se debate entre la adicción y la ley tal como ocurrió con sus hermanos de 18 y 23. La situación lo desbordó. "No quería llegar a esto, pero no tengo otro camino", dijo el hombre en el tribunal al que acudió para pedir ayuda. "El más chico se droga todos los días, cada vez peor, vende lo que encuentra para drogarse", relató y dijo que ya no puede vivir.
Del el juzgado lo enviaron a la Dirección Provincial del Menor y la Familia. "Allí me dijeron que teníamos que tratarnos como familia y me derivaron a Laprida 1277 (Programa Andrés)", explicó. Aníbal Angeletti, operador de ese programa, dijo que es un hecho frecuente que los padres pidan que la Justicia tutele a sus hijos en conflicto. "Lo nuevo es la exposición pública que los propios padres hacen de sus problemas ante la prensa", consideró. Y subrayó que se busca resolver la crisis evitando la internación de los jóvenes adictos.
"Que lo interne la propia familia o que acuda a servicios del Estado provinciales o municipales", explicó el juez Carmona. Si esos servicios disponen la internación como única alternativa, recién entonces deben llegar los padres a Tribunales. "Me planteo si no resulta funcional tener a los chicos drogados", especuló y se mostró a favor de "encontrar y crear políticas sociales para empezar a devolver los chicos a la ciudadanía".
Para el magistrado, en las últimas décadas se fracturaron redes de contención vincular, económica y social. "Las soluciones deben venir de un sistema integral de protección", señaló. En el mismo sentido, un proyecto de ordenanza del concejal arista Nire Roldán, impulsa el diseño de un dispositivo estatal denominado Centro de Protección Integral de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, que sería el encargado de definir políticas y programas.
Según el psiquiatra de Vega, no pocas veces ante cuadros de "altísima severidad, los chicos pueden terminar polimedicados, sin que se les brinde la asistencia adecuada". Silvia Varona, del Programa de Prevención y Asistencia de Adicciones de la Municipalidad, aseguró que son muchos los pedidos de internación de un adicto que vuelve inmanejable el hogar. "Esto tiene que ver con el imaginario social que lo considera como el único tratamiento posible", señaló la especialista.
"Era un chico muy bueno y empezó a cambiar de personalidad", contó Ana María -que vive en Balcarce al 4200- después de pedir en Tribunales la internación de su hijo. La decisión la tomó luego de que el chico drogado y luego de robar, le pusiera un cuchillo en la garganta. "Nosotros intervenimos cuando la familia ya no puede más, pero es importante que los padres sepan que sólo se interna si es estrictamente necesario", enfatizó Luisa Donni, de la Subsecretaría de Niñez, Adolescencia y Familia de la provincia. Y dijo que ese organismo se ocupa de poner en contacto a los padres con los equipos técnicos y profesionales.
Con el corazón en la boca
Los padres hablan. Rompen el silencio. Queman las naves. Son relatos desgarrados, intensos, el último recurso para atraer la atención sobre su drama y dan la cara perdidos en una trama que los supera. "Mi vida es un calvario, hubiera hecho cualquier cosa pero tengo familia", dijo Mary. Hace tres años descubrió que su hijo Ramón, de 19 años, se drogaba, aunque la adicción había empezado a los 14. Dos domingos atrás el joven intentó ahorcarse con una sábana en su dormitorio.
En los años que Ramón lleva de adicto, su salud se deterioró de tal modo que Mary terminó pidiendo ayuda en el Tribunal de Familia de la 5º nominación. "A fines de julio mi hijo comenzó con actitudes extrañas, corría por la manzana a la madrugada, subía a los techos, rompía los vidrios y las ventanas para salir desesperado", relató. Una intervención judicial determinó su internación psiquiátrica en el Hospital Agudo Avila de donde se escapó el 9 de agosto. Volvió a su casa pero pudo haber tomado otro rumbo.
Cuando Mary logró que certificaran la necesidad de internación del joven comenzó a recorrer sin éxito los centros de rehabilitación.
"No reciben contra la voluntad del adicto", dijo la mujer, y contó que días atrás el chico "quedó duro por un ataque y terminó en el Clemente Alvarez". Según Gustavo de Vega, psiquiatra del Programa AVCD, en las salas de emergencia públicas y privadas cada vez es más frecuente la presencia de personas con sobredosis, crisis de excitación, cuadros psicóticos y agresividad autoinfligida. Sintomatología que se enmascara bajo otras afecciones porque el ingreso al hospital por droga no está nomenclado.
"Mi hijo sólo se drogaba los fines de semana. Trabajaba en un taller metalúrgico, ganaba mil pesos por mes, pensé que podía manejar la adicción", dice Mary. Ahora Ramón está destruido, "parece una criatura", habla solo, pide monedas para comprar porrones, no duerme, no come y hace muecas espasmódicas. Suele terminar en la comisaría del barrio, desde donde llaman por teléfono para que pasen a buscarlo. "¿Dónde hay un lugar para él?", interrogó la mujer en una carta al gobernador Jorge Obeid.
"La internación es algo que se dispone cuando es estrictamente necesario", dijo el juez Carmona haciendo pie en la ley No26.061. La norma renovó aires en el derecho tutelar anquilosado que reglaba la vida y la suerte de niños y adolescentes considerados menores, categoría que abunda en connotaciones internas. "La figura del patronato ejercida por los jueces está derogada, esa es la tendencia a nivel internacional", explicó.
Alfredo tiene 54 años, trabaja en señalización de rutas y dice que a pesar
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