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 domingo, 29 de octubre de 2006  
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La razón de un sentimiento
En "Rostros y máscaras de Eva Perón" (Beatriz Viterbo), Susana Rosano reabre la interpretación de un mito en la literatura argentina

Susana Rosano

Desde su aparición en el escenario argentino, el horizonte imaginario del peronismo tiñó no sólo el proyecto de construcción de la Nación sino también los intersticios más invisibles de su cultura. Indudablemente, las grandes transformaciones que se operaron en la estructura económico-social de aquella época produjeron también una enorme convulsión en el área de la cultura. A partir de la década del 40 y del 50 nada vuelve a ser igual en la Argentina. Con el acceso de las grandes masas a la esfera pública, peronismo y modernización quedan inevitablemente ligados en el imaginario nacional.

Es en este sentido que se puede pensar al peronismo como una formación cultural, o sea como un fenómeno cultural mucho más abarcador que el de las estrechas esferas políticas y económicas. Y es aquí precisamente donde se inscribe como singular la marca que la presencia de Eva Perón dejó en el peronismo y en la historia cultural argentina, potenciada sin lugar a dudas por el enorme y definitivo impacto que la industria cultural produjo en la construcción de su imagen pública, y desde allí también en la consolidación del peronismo en el imaginario argentino. Como dice John Kraniauskas

Esta historia del peronismo... nos conecta a partir de Evita con la emergente industria cultural -músicos de gira, teatro popular, radio, cine y revistas afines-, que comenzaba a hacer sentir su presencia en la política: Eva encuentra a Perón; los medios, a los militares.

Desde esta perspectiva, se puede pensar a Eva Perón como un elemento central en la consolidación del peronismo como estructura de sentimiento, en el sentido que le da Raymond Williams a este término. En "Marxismo y literatura", el crítico inglés reconoce que en la mayoría de los casos se estudia a la cultura fundamentalmente en tiempo pasado, en relación a una experiencia que se cristaliza en productos terminados. De esta manera, su análisis se enfrenta con el riesgo de reducir lo social "a formas fijas". Para Williams, la estructura de sentimiento es una hipótesis cultural que permite leer estrategias simbólicas y de representación a partir de la forma en que fueron vividas, experimentadas. Es decir, de una experiencia social que todavía está en proceso. Es desde aquí que rescate la noción de sentimiento, diferenciándola de la de concepción del mundo o ideología. Se trataría entonces de

...elementos característicos de impulso, restricción y tono; elementos específicamente afectivos de la consciencia y las relaciones: y no sentimiento contra pensamiento, sino pensamiento tal como es sentido y sentimiento tal como es pensado: una conciencia práctica de tipo presente, en una continuidad vivida e interrelacionada.

Pensar el peronismo como una estructura de sentimientos que se instaló en el imaginario social a partir del desmantelamiento de las fuertes jerarquías amparadas por el liberalismo argentino permite abordarlo desde su carácter de proceso, no del todo articulado. Y también permite pensarlo como una forma cultural que aún no ha terminado de precipitar. Sin lugar a dudas, la figura de Eva Perón es fundamental en esta estructura de sentimiento. Su articulación dentro de la doxa peronista permitió, a partir de la fuertísima propaganda oficial, la inscripción de su nombre en la esfera de lo público, con un fuerte componente melodramático. Eva, puente de amor entre Perón y el pueblo. Así presentada, su imagen, pero también su voz, se diseminó rápidamente en el imaginario social, y recibió un enorme refuerzo inesperado a partir de dos elementos fundamentales: su muerte joven, de cáncer, y el increíble peregrinaje de su cadáver, sitiado por las mismas fuerzas opositoras que derrocaron a Perón.

Junto a la imagen de Juan Domingo Perón surgiría así en la Argentina de la década del 40 otra figura que, sin llegar a ejercer nunca un cargo público, logró reunir en su sola persona el poder que otroga el apoyo incondicional de las masas. La esposa de Perón, Eva Duarte, no va a ocupar el tradicional lugar de la Primera Dama sino que, muy por el contrario, enfrentada a las damas elegantes de la sociedad va a ir cambiando los lujosos vestidos y las joyas por los "trajes sastre", al tiempo que se va alineando al lado de los ddescamisados como una militante más. Según la mayoría de sus biógrafos y en gran parte de las ficcionalizaciones, este cambio fue notable al regreso de su viaje por Europa, en 1947.

¿Por qué es la figura de Eva la que, en el imaginario social transciende a quien fuera el autor intelectual y el ejecutor de este proyecto que transformó la estructura económica argentina? ¿Qué mecanismos se produjeron para que termine siendo Evita, transformada en un símbolo, la bandera que se disputaron durante mucho tiempo los distintos sectores del movimiento peronista? ¿Cuál es precisamente el exceso de sentido que las sucesivas renarrativizaciones de su figura impiden cristalizar? Interrogar las ficcionalizaciones que se han tejido sobre su figura podría arrojar alguna luz sobre este fenómeno, que fue dibujando en la frágil silueta de "una mujer del pueblo" -como ella misma gustaba autorepresentarse con insistencia en los discursos y en su autobiografía "La razón de mi vida"- una figura capaz de arrancar las más grandes pasiones y el odio más desmedido, y cuya vigencia se ha extendido por más de cincuenta años, desde su muerte en 1952 hasta nuestros días.

La pregunta que guía esta investigación intenta dar cuenta de las distintas modalidades con que se narrativizó la figura de Eva Perón, central para el imaginario populista a partir de los años 40, en un momento de verdadera crisis de la cultura nacional. Su figura anuda una serie de cuestiones de representación: el problema del género, la mujer como ícono ideológico y estético en la producción nacionalista; la rearticulación de la relación Europa-América a partir de sus viajes y la utilización de la moda como dispositivo cultural y simbólico; el ascenso interclase -una "humilde mujer de pueblo" convertida en Primera Dama-; la reformulación del Estado como un espacio intersectado por dinámicas populares (la masa invadiendo el espacio simbólico de las instituciones gubernamentales). A partir de Evita, se produce la activación de sectores sociales que nunca habían participado de la escena nacional -a los que ella interpeló con su discurso demagógico populista como "los pobres", "mis cabecitas negras", "los grasitas", "Los descamisados"- y a los cuales da visibilidad pública a partir de la Fundación de Ayuda Social Eva Duarte de Perón y de la creación de la rama femenina del Partido Justicialista.

Aunque a Eva Perón se la considera uno de los líderes políticos más importantes del siglo XX, se le ha prestado poca atención a su imagen desde el aspecto feminista o desde el punto de vista de los estudios de género. Es desde esta perspectiva que la bibliografía teórica disponible en este campo de estudios puede iluminar su vida y su trabajo desde un nuevo ángulo, al permitir un enfoque sobre la interrelación cultural y política que se establece entre género y modernidad, mujeres e identidad política en Argentina.
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