Editorial

La ciudad y sus nuevos problemas

No muchos años atrás -apenas cinco, aunque parezcan más- la debacle del sistema de convertibilidad se traducía para la Argentina en una formidable crisis socioeconómica, que la hundió en el peor abismo del que se tenga memoria en el país. Rosario, ciudad de producción y trabajo, sufrió en carne propia los devastadores efectos del golpe devaluatorio: el futuro, con los índices de inflación y desempleo trepando de manera tan descontrolada como simultánea, parecía más oscuro que nunca. Pero sólo se trataba, de acuerdo con lo que vendría después, de las dolorosas contracciones del parto. La reactivación posterior representaría para la ciudad una resurrección imprevisible e impensada.

Una de las principales reflexiones que se dispararon durante el transcurso de la atípica reunión que se celebró en el recinto del Concejo Municipal el martes pasado tuvo que ver con la modificación tipológica de los problemas que aquejan a los rosarinos. Al Palacio Vasallo habían sido convocados ese día representantes de las empresas prestatarias de servicios, ante la inquietud de los ediles de conocer si podrán afrontar el desafío que implica la creciente demanda registrada en la urbe. Y así fue que funcionarios de las compañías de agua, gas, energía eléctrica, teléfono y cable rindieron cuentas de los planes que sus empresas preparan para superar con éxito las vallas que acechan en el futuro inmediato. Lo que quedó expuesto con irrefutable nitidez es que las dificultades que se plantean ahora -a diferencia de lo que sucedía en 2001/2002- tienen que ver con el crecimiento.

El saldo del primer encuentro entre los representantes enviados por la Empresa Provincial de la Energía (EPE), Aguas Santafesinas, Litoral Gas, Telefónica Argentina, Telecom, Transdatos, AT&T, Techtel, Cablevisión, Cablehogar y Multicanal fue indudablemente positivo. Más allá del optimismo que se esgrimió durante el diálogo -se afirmó que el verano no acarreará grandes sorpresas, si bien no se descartan inconvenientes aleatorios-, resultó importante la noción de trabajo en común que se plasmó en los hechos mediante la coincidencia en crear una comisión que permita coordinar y racionalizar las intervenciones a realizarse en la vía pública, que como se sabe se erigen de manera habitual en un drama para los rosarinos.

Es de desear que la actitud cooperativa exhibida en el Concejo continúe. El crecimiento de la ciudad -bienvenido origen de sus nuevos problemas- merece ser enfocado con la seriedad y eficiencia que la gente merece.