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 domingo, 29 de octubre de 2006  
Invertir en educación

"Somos un país demasiado pobre para darnos el lujo de no invertir en educación". Estas palabras, sabias por cierto, pertenecen a Gandhi y concentran tanta humildad y tal toma de conciencia de una realidad que bien pueden provocar un cambio de mentalidad en las autoridades que elaboran leyes, planes y proyectos que hacen a la educación. No invertir adecuadamente en educación significa hipotecar el futuro de un país y cercenar las expectativas de los jóvenes que naufragan en las precarias condiciones en las que hoy se desenvuelve la enseñanza. Pueden considerarse factores emergentes de esa precariedad, los sistemas impuestos con espíritu de improvisación y sin la fuerza de especialistas y actualizados expertos en la materia. Los vaivenes que en forma recurrente ganan espacios son prueba elocuente de ello y configuran un retroceso en el ejercicio de la enseñanza que resta confiabilidad y eficiencia. No se llega a un promisorio conocimiento académico si la estructura educacional en sus inicios ha sido modelada con torpe fragilidad. Consecuentemente no deben desestimarse en la complejidad de las circunstancias, la idoneidad y capacitación de los docentes, la incidencia de una sociedad cada vez mas exigente como así temple y autoridad acordes a la función con encomiable criterio pedagógico. Nos distanciamos de una sociedad moderna cuando _como nos sucede_ se dictan clases en establecimientos precarios tristemente deteriorados e inhabitables con niños mal alimentados y sin elementos didácticos que sólo encuentran paliativos en los esfuerzos de padres y cooperadoras que suplen la insensibilidad e inacción oficial, cuando no una preocupante ineptitud y falta de experiencia. Todos sabemos que potencialmente, el nuestro no es un país pobre, y educar al soberano significa dejar de ser rebaño evitando el sometimiento. Tenemos en realidad un país rico pero nos sobra más que nada egoísmo y nos falta humildad para construir una sociedad justa y sensible a las necesidades del prójimo.

Mario Torrisi, LE 5.976.188


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