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jueves,
26 de
octubre de
2006 |
Reacción violenta. El dueño de una escuela de conductores resistió a los tiros el accionar de tres maleantes
Comerciante herido y un ladrón muerto tras un asalto frustrado
Fue en Uruguay al 1100, poco después de las 20 de ayer. El titular del negocio fue derivado al Heca, donde anoche era operado. El delincuente no había sido identificado y sus dos cómplices lograron huir
Sergio M. Naymark / La Capital
El dueño de una escuela para conductores resultó herido de un disparo cuando resistió a los tiros el asalto que intentaron llevar adelante tres hombres armados. Como consecuencia de la intensa balacera desatada en el pequeño local de la zona sur de la ciudad, uno de los maleantes cayó muerto y los otros dos huyeron en una moto de baja cilindrada. El violento episodio ocurrió poco después de las 20 de ayer en Uruguay (ex Ayolas) al 1100, un barrio en el cual los vecinos dicen estar cansados de ser víctimas de la inseguridad y en donde muy pocas horas antes de este hecho, otro comerciante se opuso al robo de su tienda pegándole a un precoz ladrón y sacándole de las manos un revólver.
Raúl Lencina tiene 54 años y los vecinos lo conocen como Pelado. Desde hace algo más de dos décadas vive en Uruguay 1133, entre Mitre y Sarmiento. Allí, delante de la casa que comparte con su esposa y sus cuatro pequeños hijos, el hombre tiene dos comercios contiguos: la academia para conductores “Ayrton” al frente de la cual habitualmente está la mujer y la casa de venta de equipos de comunicaciones y alarmas “Fono Sur” que él atiende.
Ayer, cuando el reloj marcaba pocos minutos después de las 20, Lencina estaba terminando sus tareas en “Fono Sur” mientras su familia estaba en la casa y las luces y la computadora de la escuela para conductores seguían encendidas, aunque un cartel en la vidriera anunciaba que el local había cerrado. Entonces fue que un hombre de apróximadamente unos 35 años golpeó a la puerta del comercio. Tenía un pantalón de vestir negro, una campera de cuero marrón y zapatos. Así las cosas, según los primeros testimonios que pudieron recoger los investigadores, nada hizo dudar al comerciante de atender el llamado.
“No está muy claro lo que pasó en ese momento, pero todo indica que atrás del tipo que golpeó se metieron otros dos a los empujones”, confió un pesquisa. Así las cosas, los maleantes exigieron a Lencina la entrega de dinero y el hombre, como haciendo caso a esa orden, caminó unos pasos hacia atrás indicando que iba a buscar la plata. Pero detrás de una puerta plegadiza que separa el local, el hombre se apoderó de una pistola calibre 11.25 con la que enfrentó a los delincuentes.
“No se sabe quién disparó primero, pero en el piso quedaron unos siete casquillos que no sólo se corresponden con el calibre de la pistola del comerciante sino que también hay 3.80”, dijo un investigador. En el intercambio de balas Lencina fue alcanzado por un proyectil en el abdomen y uno de los delincuentes cayó abatido por al menos cuatro certeros balazos. “Tiene uno en el mentón, otro en la garganta y dos en la pierna izquierda”, confió el pesquisa.
Tras ello, los otros dos delincuentes huyeron rápidamente del lugar a bordo de una moto de baja cilindrada mientras la gente empezó a juntarse frente al local alertada por las estampidas de los disparos. Fue así que uno de los vecinos cargó en su auto a Lencina y lo llevó al Hospital de Emergencias Clemente Alvarez, ubicado a siete cuadras del lugar, donde anoche el comerciante estaba fuera de peligro aunque iba a ser sometido a una operación para extraerle el proyectil que quedó alojado en su abdomen.
Minutos después, móviles de la comisaría 15ª y la Brigada de Homicidios se hicieron presentes en el sitio y sus efectivos empezaron con las tareas investigativas. El cadáver del delincuente había quedado tirado en el piso, boca arriba y al lado del escritorio de la escuela de conductores. Junto al pie derecho del maleante abatido había un revólver calibre 32 de color plateado que también había sido disparado recientemente.
En esas circunstancias también se acercó al escenario de los hechos el juez de Instrucción número 14, Adolfo Prunotto Laborde, quien se hizo cargo de la investigación y dirigió el trabajo preliminar que hicieron agentes de la Policía Científica y de Planimetría en el lugar. Tras ello, el magistrado se dirigió al Hospital de Emergencias, donde según algunos voceros alcanzó a tomarle una primera declaración a Lencina antes de que el hombre sea sometido a una operación.
Una hora después de que todo empezara, la mortera se llevó el cadáver del asaltante con destino al Instituto Médico Legal donde hoy se le realizará la autopsia correspondiente. “Recién después de ese examen podremos saber con exactitud cuantos balazos recibió”, dijo el jefe de la Brigada de Homicidios, Daniel Corbellini, quien también puso de relieve los “tatuajes carcelarios” que tenía el hombre abatido.
Contra la inseguridad “El Pelado conoce mucho de armas. Hace bastante que tiene la 11.25 (con la que mató a uno de los asaltantes) y de vez en cuando va a practicar tiro”, aseguró uno de los vecinos que no se movió del frente de la escuela de conductores mientras se desarrolló el operativo policial. El hombre, que no quiso identificarse por temor, manifestó que “el barrio es escenario permanente de hechos de inseguridad” y recordó lo ocurrido ayer, en horas de la mañana, a sólo 100 metros del local de Lencina.
Fue en la tienda Jo-Mar, ubicada en Uruguay al 1000. Allí, un joven delincuente armado ingresó cerca del mediodía con fines de robo y el dueño del comercio, tal como lo hizo Lencina, se resistió. “El tipo se trenzó en una pelea con el pibe y logró arrebatarle el arma. Entonces el ladrón salió corriendo y se escapó”, contó el vecino. Ese episodio levantó el ánimo del vecindario, que reclamó ante las cámaras de Canal 5 una mayor presencia policial. Por entonces, nadie se imaginaba lo que ocurriría ocho horas más tarde.
Otro hombre contó lo ocurrido hace un par de años en una granja de Balcarce y Virasoro. “Fue algo parecido a lo que le pasó al Pelado Lencina. El tipo mató a uno de los ladrones que entraron a robarle y después tuvo que cerrar el negocio y mudarse del barrio porque los familiares y compinches del delincuente lo volvieron loco con las amenazas y los asaltos”. Ese temor, el de la revancha que podrían tomarse los allegados al delincuente muerto contra Lencina y su familia, fue la sensación que quedó flotando en el barrio cuando todo parecía volver a la normalidad.
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Fotos
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El cadáver del delincuente es examinado por Criminalística.
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