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jueves,
26 de
octubre de
2006 |
Reflexiones
Las políticas antitabaco y sus connotaciones
Carlos A. Lorente (*)
La implementación de las nuevas reglamentaciones municipales para el control del consumo de cigarrillos en lugares públicos cerrados en nuestra ciudad, genera controversia entre los actores involucrados en este verdadero conflicto que encierra aspectos económicos, éticos, comerciales, de derecho público y privado, y de salud pública.
Elaborado por un eminente abogado de nuestra ciudad, se presentó ante la Justicia un recurso de inconstitucionalidad para la recientemente implementada prohibición a fumar, planteada desde negocios que aducen el argumento del perjuicio económico. Citando la noticia aparecida en La Capital el sábado 21 de octubre pasado, en página 3, de manera textual: "El Cairo tiene en concreto un perjuicio económico con esta ley, su actividad se ve afectada. Ese es un sitio emblemático de la ciudad y un lugar que históricamente cobijó la bohemia. El fumar y tomar café es parte de la cultura de nuestra sociedad, en especial este sitio". Continuando en otro sector del artículo el abogado añade: "Se trata a los fumadores como se trataba antiguamente a los leprosos, y es más, nos ponen en el papel de policía con nuestros propios clientes".
La Sociedad de Cardiología de Rosario, miembro de la Federación Argentina de Cardiología y, la Fundación Cardio, desean intervenir en este conflicto para expresar su decidido apoyo a la ley antitabaco. La profesión médica nos proporciona, sin lugar a dudas, a los cardiólogos un sitio de observación de privilegio en cuestiones relacionadas con el tabaquismo desde el que lamentablemente vemos a diario cómo gente por otro lado saludable y en plena etapa productiva de su vida, muere, sin más, o enferma gravemente por los devastadores efectos que el cigarrillo produce sobre la salud.
La unidad coronaria, la mesa de cateterismo, la camilla de cualquier quirófano destinado a cardiocirugía o a extirpación de los más variados tumores son mudos testigos de estas afirmaciones.
Por eso, desde nuestro lugar, queremos intervenir en esta controversia, dar nuestra opinión favorable a restringir el consumo de tabaco en lugares cerrados. A despecho de la eventual lesión de intereses económicos particulares, y de la bohemia, creemos que las políticas públicas deben tender al bien común.
Conviene, sin dudas considerar afirmaciones como las que siguen, extraídas de un informe de la Organización Panamericana de la Salud: "Muy pocos adultos eligen fumar. La gran mayoría de los fumadores comienza a fumar en la niñez o en la adolescencia, antes de que puedan conocer los riesgos del uso del tabaco y las propiedades adictivas de la nicotina. Rápidamente se hacen adictos y luego, aunque la mayoría desea dejarlo, pocos lo logran. En el ámbito mundial el tabaco provoca una mortalidad mucho mayor que la que se atribuye al uso del alcohol y las drogas ilegales en conjunto. En el año 2000, el tabaco mató a casi 5 millones de personas en el mundo, el alcohol mató cerca de 2 millones y a las drogas ilegales se les atribuyen aproximadamente 200.000 muertes. El tabaco es la puerta de entrada que frecuentemente introduce a los jóvenes a otras drogas".
Los niños aprenden en el colegio que fumar es perjudicial, pero al salir de la escuela ven anuncios de cigarrillos en sus barrios que se vende productos de tabaco en cada esquina, y que en los hogares y lugares públicos está permitido fumar. De esta forma el mensaje dado en la clase se pierde. Por esto se ha demostrado que la educación escolar por sí sola no reduce el uso del tabaco. La educación escolar es efectiva sólo si se inscribe en un entorno más amplio que refuerce la no-aceptación del uso del tabaco.
Todas las organizaciones médicas y científicas que gozan de credibilidad en el mundo (incluyendo la Organización Mundial de la Salud, el director general de Salud Pública de los EE.UU., las agencias nacionales de protección ambiental y las asociaciones de médicos y cirujanos) han concluido que respirar aire contaminado por el humo de tabaco de los demás causa graves enfermedades y muerte a los no fumadores.
En los EE.UU. 53.000 no fumadores mueren cada año de enfermedad cardíaca y 3.000 mueren de cáncer de pulmón causados por la exposición involuntaria al humo de los demás. En un ejemplo hipotético de un país con 10 millones de habitantes, se estima que se producirían en torno a 2.000 muertes al año por cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares entre no fumadores por la exposición al aire contaminado por humo de tabaco. Además, la exposición al humo de los demás provoca enfermedades en los niños: causa neumonía, bronquitis, asma e infecciones del oído. Los únicos grupos que aún niegan esto son la industria tabacalera y sus grupos corporativos.
Por último, terminemos con el argumento de que "la restricción de fumar vulnera los derechos de los fumadores". Como reza el viejo dicho: "Mi derecho a balancear mis puños termina donde empiezan tus narices". Los fumadores no tienen derecho a dañar a otros con su humo. Los ambientes libres de humo no violan el derecho a fumar, sino que protegen el derecho de los no fumadores a respirar aire no contaminado.
La Sociedad de Cardiología de Rosario y la Fundación Cardio se colocan definitivamente al lado de la Municipalidad en su lucha contra el tabaquismo.
Aquellos que comparan nuestra conducta con aquella que se tenía sobre los leprosos en otras épocas deberán reflexionar teniendo en cuenta que los médicos estamos definitivamente ubicados en la vereda de la protección, y en esta ocasión nuestra lucha es evitar la diseminación de esta adicción.
No estamos discriminando al enfermo, estamos protegiendo a los sanos del contagio, del perjuicio, dándole a nuestros niños y jóvenes directivas claras y la máxima protección posible.
Es posible que se afecten algunos intereses particulares, pero estos siempre deben supeditarse al bien común. La prohibición de fabricar bombas atómicas perjudica sin lugar a dudas a los fabricantes de bombas atómicas, y a los que las venden, y a los que de cualquier forma se benefician con su utilización.
(*) Cardiólogo, vicepresidente de la Fundación Cardio
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