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 domingo, 01 de octubre de 2006  
[Letras de Rosario]
Ese objeto del deseo
Marcela Atienza acaba de publicar "El túnel eterno", un libro de poemas eróticos en edición bilingÜe

"El origen del mundo", una pintura de Gustave Courbet, ilustra la portada de "El túnel eterno", el primer libro de poemas de Marcela Atienza (Rosario, 1951). La imagen muestra un desnudo femenino con una historia controvertida, ya que durante mucho tiempo fue inaccesible para el público, y viene a cuento, porque se trata de una serie de poemas eróticos. La obra, publicada por Libros de Tierra Firme, se presenta en una edición bilingüe, con versiones al inglés de Diana Forte, Mariana Ruiz Echesortu y Esteban Moore. Atienza es autora del libro de cuentos "Abollando papeles" (1998) y ha publicado relatos en diversas publicaciones del país y el extranjero.

-¿Por qué pasaste de la prosa a la poesía?

-Escribir poesía siempre me ha parecido muy difícil. Hice algunos intentos, practiqué y leí mucho, para tratar de entenderla y aprehenderla. De a poco fui adquiriendo una nueva sensibilidad, y las figuras, las palabras, escenas de cine, todo, me sugerían algo poético. Cuando me sentí preparada, y surgieron tema y estímulo, puse manos a la obra. La poesía es una de las cosas pendientes en mi aprendizaje, como tantas otras. Y de esos intentos, salió "El túnel eterno". Poesía y prosa son partes de un conjunto, y creo que no hay buena prosa sin buena poesía. No me pasé de la prosa a la poesía, lo que quiero es aprender a escribir todo.

-¿Cómo fue armándose la serie de poemas?

-Surgieron cuando me di cuenta de que el sexo femenino era un tema esencial en la pintura, sobre todo cuando vi por primera vez "El origen del mundo", de Courbet. Busqué obras que representaran el sexo femenino, en Degas, Picasso, Dalí, Klimt, Schiele, Rodin. Siempre la mujer como objeto estético. Me puse entonces a buscar la mirada de la mujer en la pintura, en la escultura y decidí desde la literatura, poner mi mirada, que es la mirada de una mujer que escribe. El título pertenece a Rodin, fue él "quien abrió los labios del sexo en la arcilla de sus esculturas, separando los muslos de Iris y así revelando lo que él llamaba «el túnel eterno». Esta primitiva gruta es en realidad el origen del mundo". La serie de poemas se fue armando sobre las distintas miradas que tuve sobre el túnel eterno. La primera parte corresponde al yo poético y la segunda es la mirada desde afuera.

- ¿Como explicarías esa mirada de la mujer en términos poéticos?

-En la mayoría de los poemas es evidente que el punto de vista es femenino, qué dirías si no de: "y él/ abierto en gajos/ se oxida/ en mi entrepierna". O de "atreverse/ como si los ovarios/ fuesen de otra". En términos poéticos es lo mismo que cualquier otro tema, se aplica la forma de la poesía a tus visiones e ideas: imagino algo que por supuesto creo y luego lo escribo en forma de poema, sin límites entre la realidad y la ficción. Toda la vida pasa por "el túnel eterno". Miré el sexo femenino desde las prohibiciones, el humor, la imagen surrealista, la obscenidad, el amor, la historia, el cinismo.

-¿Tuviste en cuenta algún modelo?

-No en especial, aunque en general, muchos poetas influyeron en mí. Sin embargo, no busqué trabajar "a la manera de". Sobre todo prioricé la imagen, más que el ritmo, tal vez por el tema de las pinturas. Me interesó mostrar momentos universales, así como situaciones particulares. Quise jugar, divertirme con las palabras elegidas, pero en realidad traté de encontrar mi propia voz. Y una vez que encontré la palabra en nuestra lengua, trabajé con los traductores para lograr la misma idea en inglés.

-¿Qué aspectos de la sexualidad te interesaron?

-Todos los aspectos, especialmente los sentidos: oler, gustar, tocar, escuchar, mirar. Trabajé también el sexo femenino desde el amor. El eje es el poema que se llama "El origen del mundo". Al final termino con un tríptico que es en un homenaje al amor "absorto entre mis piedras/ me bordea con brasas/ me envuelve/ y juega". Con la poesía me he sentido muy feliz, me ha permitido ver una obra terminada. Tengo un libro de cuentos publicado, algunos sueltos en diferentes sitios, una novela, y dos en ejecución, pero nunca sentí la alegría que tuve con este libro.
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Definición. "Nunca sentí la alegría que tuve con este libro", dice Atienza.

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