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domingo,
01 de
octubre de
2006 |
Niños zurdos: herramientas adecuadas
Cuando nacen, los niños son ambidiestros, pero la tendencia suele manifestarse cuando van creciendo. A partir del tercer año, observando atentamente algunas actividades como pintar y tomar cosas, entre otras, se puede afirmar con algún grado de seguridad que un niño es zurdo. Ser zurdo no refiere solamente a la mano, sino también a las piernas, ojos y oídos.
La prueba Oseretsky es la que puede determinar cuál es el nivel de dificultad en el ojo, oído, mano y pie. Se trata de una prueba neuropsicológica realizada por un psicólogo, en varias sesiones, donde el niño define sus preferencias.
Hoy ya no se obliga a los chicos zurdos a escribir con la mano derecha, alegando que esta mano satisface más plenamente el sistema de escritura. Esta premisa no es cierta ya que obligar a un zurdo a escribir con la mano derecha conduce a una grafía deficiente, y provocar tensiones emocionales que pueden ser causa de perturbaciones de lenguaje y lectura.
Para un niño zurdo, el trabajar con una herramienta para diestros causa frustración por la incomodidad y mal rendimiento. Los padres deben tener en cuenta que estos problemas se solucionarían si el niño usa, por ejemplo, tijeras para zurdos, con lo cual recuperará la confianza en sí mismo. Estas tijeras tienen el corte invertido, facilitando el ángulo de visión y evitando que el papel se meta entre ambos cortes. El uso de estas herramientas permite que los zurdos puedan poner su energía y empeño en sus producciones, y no en cómo utilizar el material que les resulta poco práctico.
Cuando los medios que los chicos utilizan para aprender son facilitadores del proceso de aprendizaje, la atención está puesta en la importancia de los conceptos nuevos. Por el contrario, al poner atención en cómo utilizar herramientas que no están adaptadas a su realidad, hacen que su capacidad de atención haga foco en cómo usarlas. La utilización de materiales especiales favorece el desempeño de sus emprendimientos, permitiéndoles agilidad, autonomía y seguridad.
Analía Di Capua
Licenciada en Psicopedagogía
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