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 domingo, 01 de octubre de 2006  
Sociedad
Mediación, una pedagogía para la paz

La mediación nació alrededor de los años 70 en Estados Unidos para abocarse a la resolución alternativa de conflictos. A fines de la misma década comenzó su aplicación en Inglaterra, mientras que en Francia registra antecedentes efectivos en el derecho público desde 1980, y en el derecho civil desde 1990. En nuestro país su institucionalización y desarrollo se declara de interés nacional en agosto de 1992.

La disciplina surge como resultado de las carencias y limitaciones de nuestros sistemas sociales, al tiempo que representa un riquísimo instrumento para mejorar las deficiencias de esos mismos sistemas, así como para contribuir a sus necesarias transformaciones.

Su campo de aplicación es mucho más amplio que el abarcado por los casos derivados del sistema judicial, y sus recursos resultan apropiados también para organizaciones laborales; empresas familiares; institutos educacionales; grupos familiares; problemas vecinales y de medio ambiente. Se la ha señalado como una "pedagogía para la paz".

Autonomía

Necesita de la construcción de una cultura que incluya una diversidad de pensamientos e integre efectivamente las diferencias que subieron al escenario público durante el siglo XX.

Protagonismo y flexibilidad constituyen los ejes principales sobre los que pivotean los fundamentos de la instancia mediadora. Tiene en cuenta la insoslayable interdependencia humana en todos los ámbitos y asume que las demandas de los movimientos hacia la participación social necesitan recuperar los poderes tantas veces delegados.

Por cierto, sociedades que han experimentado por mucho tiempo el autoritarismo, pueden desconocer la capacidad y la fuerza de sus propias acciones así como el poder de sus decisiones.

Nuestra cultura no nos educa en las prácticas que estimulan el desarrollo autónomo de las personalidades. Más bien, desde la niñez realizamos un aprendizaje estimulado por pautas contextuales que, acompañadas por el ejercicio hegemónico de instituciones y gobernantes, nos conducen a cotidianas manifestaciones de confrontación y violencia.

Estrategias

Las estrategias de la mediación mantienen el poder decisorio en las personas involucradas en los problemas y conflictos; exigen reflexión, responsabilidad, confianza y buena fe mutuas.

Recorrer este programa de accionar libre y comprometido, reclama cierta transformación en las estructuras mentales individuales y sociales.

También instala cierto grado de temor a lo nuevo y desconocido. Sin embargo, su contrapartida está relacionada con posibilidades de aprendizajes así como potenciales oportunidades de acción para mejorar nuestra calidad de vida en los espacios privado y público.

En tal sentido, interesa dirigir la propuesta no solamente al enfoque de una alternativa para la resolución pacífica de los conflictos; su conocimiento y utilización podría convertirse en una herramienta saludable para la prevención de violencias en tiempos de horizontes borrosos y espacios vacíos de credibilidad.

Cristina Cáceres Hanzich

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