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 domingo, 01 de octubre de 2006  
El cazador oculto: "Un «Bailando por un sueño» bien rosarino"

Ricardo Luque / Escenario

"High School Musical" entró en el libro de records Guinnes. La banda de sonido del tanque de Disney Channel es un éxito sin precedentes en la televisión. No hay casa donde haya niños en edad escolar donde no se bailen las coreografías de la película al ritmo ensordecedor de sus pegadizas melodías. Un infierno. Una injusticia. Porque mientras los padres gastan fortunas en algodón para taparse los oídos los ejecutivos del canal de Mickey Mouse engordan sus cuentas bancarias en las Islas Cayman. Pero todo deja una enseñanza: la música, el baile, el canto, pagan. Como el crimen. Por eso, Marcelo Tinelli, cuando vio que el formato tradicional de "ShowMatch" naufragaba, le compró a Televisa "Bailando por un sueño". Un acierto. La final de la segunda temporada fue uno de los programas más vistos de la temporada. Una idea que los popes de los canales rosarinos ven con buenos ojos. Y no es para menos. ¿No sería un éxito un concurso de baile televisivo con estrellas de cabotaje? No sería tentador ver al Dr.Novaresio contonear sensualmente las caderas , al ritmo de un contagioso chá-chá-chá, vestido con una camisa floreada atada a la cintura y pantalones de raso. O mejor, quién osaría tocar el control remoto si en la pantalla apareciera el Turco Lotuff anteojos negros de carey, jopo engominado y apretado en un traje blanco con lentejuelas, igualito al que usaba Elvis en sus tiempos de oro en Las Vegas, sudando la gota gorda al compás de un frenético rock and roll. Nadie en su sano juicio se perdería ver bailar el charleston a Susana Rueda, con un mínimo vestidito desflecado, una pluma roja en la cabeza y revoleando un largo collar de perlas. Y mucho menos a Ariel Bulsicco, funyi calado, traje oscuro y zapatos de charol, sacándole viruta al piso, con el ceño fruncido, el gesto adusto y mirada seria, mientras en el aire suena uno de esos tangos machos que erizan la piel de sólo escucharlos. Maravilloso. Tanto como apreciar el talento de Pablito Fedlman -bombacha de campo, sombrero de ala ancha y pañuelo al cuello- para el malambo. Pero lo mejor sería ver el puntaje que Silvio Mario Valli le pondría a los concursantes y escuchar sus explicaciones, que harían quedar a Jorge Lafauci como un joven insolente. Imperdible.
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