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sábado,
30 de
septiembre de
2006 |
La escuela ante el desafío de la televisión como lugar de aprendizaje, y transmisión de saberes y de valores
La enseñanza también es una tarea de los medios
El anteproyecto de ley del Ejecutivo nacional propone crear un canal educativo dirigido por el cineasta Tristán Bauer
Matías Loja / La Capital
"Para muchos docentes latinoamericanos la televisión no educa, pero los niños aprenden de ella", es la frase que suele citar el especialista mexicano en educación y comunicación Guillermo Orozco Gómez. Plagado de tensiones, recelos, y muchas veces de incompatibilidades, la televisión se ha transformado desde mediados del siglo pasado en un vehículo de notable influencia sobre las nuevas generaciones de niños y jóvenes.
Hoy ya no es posible entender a este medio, de singular presencia en los hogares, por fuera de la influencia de las nuevas tecnologías de la información y comunicación, que a su vez plantean nuevos desafíos a una escuela que busca redefinir su lugar en la sociedad.
Es que si bien no es uno de los puntos más destacados de la nueva legislación educativa, la norma que el gobierno nacional pretende aprobar entre fines de octubre y principios de noviembre de este año incluye en su articulado la relación de la educación, las nuevas tecnologías y los medios de comunicación.
En este sentido, según el artículo 105 del proyecto de Ejecutivo nacional indica que el Ministerio de Educación "realizará actividades de producción y emisión de programas de televisión educativa y multimedial destinados a fortalecer y complementar las políticas nacionales de equidad y mejoramiento de la calidad de la educación", mediante programas destinados a docentes, alumnos, adultos fuera del sistema educativo y a la población en general.
Además, la propuesta prevé la creación de un consejo consultivo constituido por representantes de los medios de comunicación (escritos, radiales y televisivos), de organismos representativos de los anunciantes publicitarios y del Consejo Federal de Educación, "con el objeto de promover mayores niveles de responsabilidad y compromiso de los medios masivos de comunicación con la tarea educativa de niños y jóvenes".
"Cuando se pensaba la televisión educativa, muchas veces se producía un divorcio muy fuerte entre los contenidos y los hacedores de esos contenidos; nuestro trabajo es que ese vínculo se produzca bien. No sólo que los contenidos sean interesantes y de la mejor calidad, sino que también la transformación de estos en un producto audiovisual resulte cautivante".
Con estas palabras, el cineasta Tristán Bauer, responsable del canal educativo llamado Encuentro, explica en el Nº 7 de la revista El Monitor los desafíos que se le presentarán a la nueva señal argentina, experiencia que, en distintos formatos, funciona ya en Inglaterra, Canadá, Estados Unidos, Francia, España y México.
De todas maneras, Bauer considera en la entrevista publicada por la revista del Ministerio de Educación la Nación, que entre los desafíos que deberá enfrentar este canal está el luchar contra el criterio que indica que "la televisión educativa es aburrida".
Pero más allá del éxito o no de la propuesta del gobierno acerca de esta señal educativa, esta iniciativa invita a repensar el rol de la televisión, y en definitiva la nuevas tecnologías de la comunicación, como lugar de transmisión de saberes, e incluso valores, de sustancial peso en la sociedad actual.
Desafío que, dejando de lado reflexiones de "apocalípticos e integrados", al decir del semiólogo italiano Umberto Eco, entienda que es imposible ya entender los procesos de enseñanza y aprendizaje desligados de la relación y apropiación que realizan los niños jóvenes con los medios.
"¿Cuál es la política educativa para los medios de comunicación?", se preguntó en una reciente visita a Rosario la ex dirigente de Ctera y diputada nacional por el ARI Marta Maffei.
Este escenario suele circunscribirse al uso, dentro de las escuelas, de los medios de comunicación en tanto herramientas pedagógicas válidas. Pero si bien esta relación esta hoy en día aceitada en muchos establecimientos educativos, aún queda por rever el otro costado de esta cuestión, que es la que vincula a la formación escolar con los contenidos que imparte la denominada televisión comercial.
Cuestión que, de ser por sus intereses inmediatos, poco tendrían que ver. Pero que a su vez, lo quieran o no, confluyen en esta problemática que, como señala el investigador Luis Alberto Quevedo (ver aparte), requiere al menos instancias de diálogo entre los gobiernos y los productores de estos formatos televisivos.
Una multiplicidad de estudios e investigaciones académicas abordan con rigor esta coyuntura. Aún resta esperar estrategias políticas que también se animen a avanzar sobre ella, para que la trama de audiencias, educación y mediación televisiva encuentre escenarios posibles de diálogo que incluso permitan acercar a la escuela a las nuevas culturas juveniles.
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Aseguran que el futuro canal educativo oficial busca crear propuestas audiovisuales que cautiven a los niños y jóvenes.
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