Año CXXXVII Nº 49248
La Ciudad
Política
Economía
La Región
Información Gral
El Mundo
Opinión
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Escenario
Educación


suplementos
ediciones anteriores
Salud 27/09
Página Solidaria 27/09
Turismo 24/09
Mujer 24/09
Economía 24/09
Señales 24/09
Educación 23/09
Estilo 16/09
Palabras más 02/09

contacto
servicios
Institucional

 sábado, 30 de septiembre de 2006  
"Lo peor que la escuela podría hacer es competir con la televisión"
Para Luis Quevedo, especialista de Flacso, hay que generar un diálogo entre la escuela y los medios

La relación entre la escuela como institución fundamental en el proceso de aprendizaje y educación de niños y jóvenes, y los medios masivos de comunicación, sobre todo los audiovisuales, es un lazo que sobre todo en los últimos tiempos genera un escenario complejo, cargado tanto de reciprocidades como de múltiples tensiones.

Ante este panorama, para el sociólogo Luis Alberto Quevedo, "lo peor que podría hacer la escuela es mirar la televisión y competir con ella para modificarse a sí misma". Especialista en comunicación e investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), Quevedo opina que la escuela debería asociarse con los medios y buscar espacios de diálogo en común.

-En el marco de la actual discusión por la nueva ley educativa, ¿qué debate sobre la televisión, en tanto transmisora de saberes y símbolos, no deberían omitirse?

-Ahí hay dos temas que son difíciles de compaginar. Primero, que la televisión, y ya desde hace bastante tiempo, se ha vuelto un agente de socialización como lo son la familia y la escuela, y por lo tanto tiene un lugar importante en la sociedad y en la familia contemporánea. Pero por otro lado, vale preguntarse qué televisión tenemos hoy. Tenemos una televisión privada, globalizada, con una alianza muy estrecha con otros sectores de la vida social y cultural. Y además, regida fuertemente por la lógica del mercado, que frente a temas que tienen que ver con discutir contenidos, en general los vive como una censura. Entonces, ¿cuál es el terreno para un diálogo entre la televisión y la escuela? Diría que es un terreno estrecho, ya que la televisión no acepta una lógica estatal de revisión y debate de contenidos, ni que deban rendir cuentas sobre estas cosas. Entonces, nos queda un llamado a los responsables de los medios de comunicación a aceptar un diálogo sobre el peso que tiene la televisión en la familia y la educación contemporánea.

-Ahora, en medio de la carnicería mediática actual, ¿hay espacio para discutir esto?

-Creo que el tema de la guerra comercial no es un obstáculo para discutir eso. En realidad más bien diría que el debate se da independientemente de cuales sean las características comerciales de la televisión, más allá incluso de una cuestión de discutir contenido por contenido, o cosas por el estilo.

-Entonces, ¿qué cosas sí podrían discutirse?

-Por ejemplo, la política de protección al menor, los horarios de ciertas emisiones y el manejo de ciertos lenguajes. Cosas que no tienen que ver con decirles a los medios qué es lo que tienen que transmitir, porque eso también me parecería nefasto. Pero sí encontrar ese espacio de debate maduro entre la televisión como agente de socialización y los responsables de la escuela como aquellos que tienen que bregar por la educación de los chicos en cualquier contexto.

-Aunque muchos se preguntarán por qué encontrarle el costado pedagógico a formatos y programas que no están pensados para transmitir eso...

-Bueno, por otro lado la televisión se defiende a sí misma diciendo que no tiene como pretensión el educar. Y yo podría decir que la televisión, aunque no lo quiera, cumple de hecho esa función, pese a que pueda admitir que los fines de la televisión son absolutamente comerciales. Pero ninguna de las dos cosas invalida la apertura al diálogo. Lo que por ahora se está dando en el marco de la nueva ley es poner el tema en agenda, más que resolver esto, y considero que ese ya es un gran avance.

-¿Existe hoy un choque entre los saberes y valores que transmite la escuela con los de los formatos televisivos dedicados a los chicos y los jóvenes?

-Yo creo que hay una competencia y choque, pero no haría ningún dramatismo, porque creo que en realidad el mundo en general tiene zonas de confrontación con la escuela, no solamente los medios. Siempre pienso que en la infancia, quienes no nacimos en un contexto televisivo teníamos también zonas de tensión de valores, reglas y lenguajes, incluso otra violencia simbólica. Y eso no implicaba que quienes íbamos a la escuela no teníamos conciencia que estábamos frente a dos mundos y realidades distintas. Por eso, no está mal que la televisión y la escuela no compitan en qué es lo que valoran y premian. En algún momento la televisión tuvo esa pretensión, cuando los programas de concursos juveniles eran como "Odol pregunta", porque el prestigio de ese tipo de programas radicaba en que marcaban una continuidad con la escuela.

-¿Sería imposible, por lo tanto, pensar en una escuela que compita con la televisión?

-Sí, porque lo peor que podría hacer la escuela es mirar a la televisión y competir con ella para modificarse a sí misma. Lo mejor que podría hacer asociarse, buscar espacios en común, y también producir otra televisión, pero no para competir. Por ejemplo, hay muchas experiencias en el mundo de buena televisión pública que no está en contigüidad con la televisión comercial. Habría que combinar la comercial con la educativa, porque una televisión puramente educativa sería también insoportable, aunque la otra como la tenemos hoy también es insoportable.

-¿Considera que habría que trabajar también en la docencia para achicar la brecha entre los educadores y las culturas juveniles?

-Sí, hay dos cosas en eso que son inevitables. La primera es que los docentes requieren de una alfabetización digital y audiovisual que la escuela tradicional no le ha dado. Pero eso implica que los profesorados empiecen a incorporar cada vez más esas culturas. Y lo segundo, que la familiaridad con las culturas audiovisuales que tienen los jóvenes está siempre interrogando a los docentes, aunque en muchos casos hay segmentos de docentes que no están tan atrasados respecto de esto.

-En este marco, ¿cómo evalúa la propuesta del Ejecutivo de crear un canal educativo?

-Allí hay una oportunidad que consiste en poder demostrar que en Argentina, al igual que en otros países, se puede construir una buena televisión no comercial. A mí me encanta ese desafío, y me parece que hay mucha gente en el país que tiene hoy la capacidad para hacerlo. Argentina es un país con un capital humano de creadores, de artistas y de gente que tiene mucha capacidad de innovación, y me parece que vale la pena la apuesta. Pero esa televisión no va a sustituir al aula, y tampoco es la que va a competir ni siquiera diría yo con la zona más rescatable para la escuela de la televisión comercial. Porque los docentes en general no se enojan si sus alumnos le dicen que miran el History Channel o el Discovery Channel. Por eso creo que tampoco hay que salir a competir con estos canales, que son muy buenas emisiones, sino hacer otro tipo de televisión, del Mercosur y latinoamericana. Digo esto porque la programación del Discovery se piensa a sí misma como global, y por eso hay que hacer una apuesta por televisión local, de nuestros temas.

Matías Loja
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo


Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
Para Quevedo, la TV se ha vuelto un agente de socialización como lo son la familia y la escuela y por lo tanto tiene un lugar importante en la sociedad.

Notas Relacionadas
La enseñanza también es una tarea de los medios




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados