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domingo,
24 de
septiembre de
2006 |
Datos útiles
Cómo llegar: todas las líneas aéreas europeas tiene conexión con Moscú y San Petersburgo. Las horas de vuelo varían según a cuál capital del Viejo Continente se llegue. Desde París, por ejemplo, hay tres hora de vuelo hasta Moscú.
Viajar dentro del país: para moverse más rápido por el interior el avión siempre es el medio ideal. Rusia tiene vuelos internos con horarios muy amplios. Entre Moscú y San Petersburgo se puede viajar por las empresas Pulkovo (privada) o Aeroflot (mixta). El viaje dura cerca de una hora. Averigüe bien de qué estación aérea sale el vuelo: Moscú tiene cuatro aeropuertos. También se puede hacer ese trayecto por tren, pero hay que estar dispuesto a viajar un poco más de ocho horas.
Los controles: los aeropuertos rusos son más severos que los europeos a la hora de controlar a los pasajeros. Hay que sacarse los zapatos, cinturones y todo lo que uno tenga encima para que sea revisado antes de embarcarse.
Nada de líquidos, cremas o geles: en Ezeiza se advierte a los pasajeros que no está permitido subir como equipaje de mano productos que contengan líquidos (perfumes o vinos, por ejemplo), cremas (pastas dentales) o geles (desodorantes). Sólo una autorización médica permitiría una excepción. La prohibición rige también en los aeropuertos europeos, pero su aplicación es ambigua y flexible. Si después de Rusia viaja a Estados Unidos, Inglaterra o Israel, los controles se vuelven más exigentes.
El cambio de moneda: la moneda rusa es el rublo. Por cada dólar se obtienen entre 25 y 26,5 rublos, depende de dónde se haga la transacción. Hay muchos lugares en las principales avenidas para cambiar dólares o euros por rublos. En casi todos exigen el pasaporte. En algunos hoteles hay máquinas para cambio de moneda y están disponibles las 24 horas. Es una buena opción. Además, tenga cuidado, porque los bancos y casas de cambios no aceptan, en general, los billetes en dólares que no sean de las series más nuevas.
Moverse por la ciudad: el transporte público es bastante complicado si no hay alguien que le explique cómo funciona. Hay troles y tranvías que cobran entre 10 y 12 rublos el viaje. Son bastante obsoletos pero muy económicos si se los compara con los taxis.
Los taxis, mundo aparte: por un mismo viaje se pueden pagar 100, 200 o 700 rublos. Depende de qué coche se tome, qué compañía y las ganas del chofer por hacerse entender. Los precios están desregulados y antes de subirse a un auto es conveniente preguntar -si le entienden- cuánto le van a cobrar. Hay vehículos en buen estado y otros que son de la década del 70. En Rusia se acostumbra parar por la calle a vehículos particulares para usarlos como taxi, si el dueño lo acepta, y se arregla un precio por el viaje.
El tráfico: Moscú y San Petersburgo tienen avenidas muy amplias pero la gran cantidad de autos que hay provoca embotellamientos y circulación a paso de hombre. Si la distancia es corta conviene ir caminando y si emplea un vehículo calcule bien el tiempo de viaje para no llegar tarde. Recorrer pocas cuadras puede llevar muchos minutos.
La seguridad en las calles: tanto en Moscú como en San Petersburgo no hay problemas de seguridad en los lugares turísticos. Se puede caminar con tranquilidad por las avenidas céntricas hasta muy tarde, comer en bares o restaurantes o ir de compras. En el verano boreal el día se alarga mucho y hay mucha gente paseando por todas partes. Una recomendación, sobre todo en Moscú, es llevar siempre el pasaporte y la dirección del hotel donde se está alojado. Si hay algún control policial no le harán perder tiempo.
Guías turísticas: un consejo muy importante para poder aprovechar la majestuosidad de ambas ciudades es contratar a un guía. Es indispensable, por ejemplo, en San Petersburgo, para la visita al Palacio de Invierno y al Museo Hermitage. Le indicará por dónde seguir y le irá explicando con asombrosa pasión todo sobre arte e historia. Cobran unos 15 dólares la hora, no importa cuántas personas integren el grupo. Se los puede contactar a través del mismo hotel. Hablan perfecto español. Además, también se puede alquilar una combi para no caminar tanto. Las distancias son grandes.
La comida: como casi todo en Rusia, la complicación del alfabeto cirílico es infranqueable. Los menúes en los restaurantes no están siempre traducidos al inglés y si quien lo atiende no habla otra lengua que el ruso la cena o el almuerzo pueden ser difíciles. Los precios son muy caros para los argentinos pero depende del lugar donde uno elija comer. Se pueden pagar desde 10 o 15 dólares por una pizza y una cerveza, y hasta 50 o 60 dólares por una buena cena con carne, vino y postre. Estos valores se incrementan notablemente en los restaurantes o bares de hotel, donde por una copa de vino pueden cobrar hasta 11 dólares.
Conexión a Internet: los hoteles más importantes cuentan con servicio de banda ancha o inalámbrico (wi fi) en las habitaciones para poder usar las computadoras portátiles. Cobran un adicional por conexión de unos 33 dólares por día (banda ancha) o de 50 dólares por el servicio inalámbrico por toda la estadía. También ofrecen, sin cargo, un par de computadoras con servicio de internet en la sala de negocios. Pero son escasas para la gran cantidad de usuarios.
Teléfonos celulares y fijos: si quiere habilitar su teléfono celular antes de salir de Argentina hay que averiguar el costo del servicio. Una de las tantas empresas internacionales que lo ofrece cobra como mínimo cinco dólares el minuto. Desde un teléfono fijo del hotel es aún más caro. Para poder conectarse desde Rusia a Rosario, por ejemplo, hay que marcar: +54-9-341-5 o 6 (sin el 15) y el número de celular. Para un teléfono fijo: +54-341-y el número local.
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Fotos
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La imponente plaza del Palacio de Invierno, en San Petersburgo.
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