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domingo,
17 de
septiembre de
2006 |
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Del comité a la bicicleta fija y las mancuernas
Días atrás esta columna dio cuenta ya de la inocultable euforia que exhibe por estos días el presidente de la Departamental Rosario de la Unión Cívica Radical, el milletista Carlos Vila. Tan en ganador está el hombre, por motivos políticos, que hasta se animó a anotarse en un gimnasio céntrico. Aunque sus amistades más cercanas aclaran que no lo hizo con la mezquina intención de hacer proselitismo para tratar de sumar militantes al partido, sino apenas para bajar un par de kilitos y endurecer abdominales, otras fuentes ucerreístas plantean un profundo interrogante sobre la inesperada afición al fisicoculturismo de uno los pocos rosarinos que vibra y sufre con la campaña de Tiro Federal: ¿querrá adecuar la musculatura para darle pelea al justicialismo, o se estará preparando en realidad para las negociaciones que se vienen en el Frente Progresista con el socialismo local? Quién lo sabe.
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Llegó tarde, pero la agenda lo justificaba
Atareado como está desde que la Nación lo puso al frente del Incucai, Armando Perichón ya comenzó a tener problemas de agenda. El "rosarino por adopción", como el mismo se define, había sido designado por los estudiantes de TEA para recibir una Manzanita, la distinción con la que año a año reconocen a los maestros del periodismo y de otras actividades culturales, científicas y deportivas. El miércoles a las 19 todo estaba listo para comenzar con el acto en la Casa de la Cooperación, excepto por un detalle: faltaba el ahora ex director del Cudaio. Cuando no quedó más remedio que arrancar porque la hora pasaba y el hombre no aparecía, a Carlos Molfino y Luis Novaresio, titular y director de TEA, se los pudo ver cruzando los dedos y haciendo otras invocaciones para que el hombre llegara a tiempo. Mal no les fue, porque finalmente el médico se hizo presente, recibió su Manzanita y todos se abrazaron felices. Irreprochable.
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A veces hay que saber a quién contarle las cosas
Aunque pasaron algunos días desde su regreso del reparador viaje que emprendió por el sur de Italia, el movilero de una radio local y también periodista gráfico sigue contando a quien quiera escucharlo algunas de las anécdotas que atesora en la memoria como recuerdo de esas fugaces vacaciones. Ya narró un par de veces su encuentro a bordo del vuelo que lo traía de regreso a Buenos Aires con Daniel Scioli y su bella esposa Carina Rabolini, cuya hermosura parece haber encandilado al joven cronista más allá de lo razonable. Dicen que la primera vez que lo contó estaba convencido de que los detalles de ese cruce con la pareja vicepresidencial merecía terminar impreso en este mismo espacio, y que como eso no ocurrió, el muchacho quedó algo deprimido. En fin: la próxima vez, en lugar de contárselo al Negro que se hace llamar Rey habrá que elegir a otro interlocutor, Pablito.
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"Yo dije que quiero hacer diez goles"
Oscar Cardozo
Delantero de Newell’s
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