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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
Cómo está Argentina para la Davis
Elbio Evangeliste / La Capital
La serie que el equipo argentino jugará ante Australia -del 22 al 24 de septiembre- por una de las semifinales de la Copa Davis ya se palpita. Seguramente no con la intensidad con la que se vivirán los partidos, pero ya muchos comienzan a imaginarse lo que serán los choques frente al equipo liderado por Lleyton Hewitt.
El Parque Roca será nuevamente testigo de una llave caliente y, a priori, accesible. Sí, aunque suene pedante, el grupo que capitanea el rosarino Alberto Mancini tiene todas las de ganar. Hasta el propio Luli, sin faltarle el respeto a nadie, hizo propia -y extensiva a sus dirigidos- la mochila de la presión ni bien finalizó la contienda en cuartos ante Croacia. "Somos favoritos", dijo. Ahora, ¿qué tiene su equipo para acceder a la final? Todo. A saber: una superficie (polvo de ladrillo) que resulta mucho más beneficiosa para la Argentina que para Australia; el plus de la localía, y eso en la Davis pesa; pero sobre todas las cosas, un equipo que ya entregó evidencias sobradas de sobriedad y eficacia. Para muestra vale el recordatorio de lo que fue la última presentación (en abril), en la casa del último campeón, Croacia, con Ivan Ljubicic a la cabeza, pese a que su ladero Mario Ancic no estuvo presente por lesión.
¿Importa demasiado en esta instancia de qué manera llegan los tenistas para afrontar semejante compromiso? Sin dudas que sí, pero de la misma forma daría la impresión que no todo merece ser centrado en ese aspecto.
Mancini volvió a apostar por los mismos cuatro jugadores (David Nalbandian, Agustín Calleri, José Acasuso y Juan Ignacio Chela, aunque se oficializará el martes) que vienen de dejar en el camino a Suecia y a Croacia. ¿Por qué? Porque se lo merecen, porque el capitán confía plenamente en ellos y también porque es prácticamente, aunque parezca mentira, con lo único que cuenta (Gaudio y Coria hoy están en otra cosa, ver aparte).
Nalbandian no goza de un gran presente. El cordobés viene de jugar apenas dos partidos en el último US Open (perdió ante el ruso Marat Safin), la misma cantidad que disputó en el Master Series de Cincinnati y apenas uno en Toronto (también Master Series). Todas estas opacas actuaciones se dieron sobre cemento, superficie a la que el unquillense se adapta, al igual que a todas las otras, a la perfección. Un poco más lejos en el tiempo, sobre principios de mayo, se alzó con el título en Estoril, sobre polvo de ladrillo.
De todas formas se sabe que el actual número cuatro del ránking mundial tiene muchísimo más para dar y que, salvo un impedimento físico, es número puesto. No por nada desde hace un tiempo es el líder natural dentro de la cancha del equipo argentino.
Pero el resto no sólo acompaña. Sin ir más lejos Acasuso (fue el segundo singlista en el Parque Roca ante Suecia, donde debutó en la Copa, y compañero de Nalbandian en dobles en Zagreb) tiene bien ganada la oportunidad. Su pasado inmediato no es demasiado alentador, ya que entre lo más rescatable aparece apenas un cuarto de final disputado en el Master Series de Toronto (en el US Open perdió en su primera presentación ante el tailandés Paradorn Srichaphan), pero su rendimiento sobre el final de la temporada de polvo de ladrillo es un dato más que alentador: fue finalista en Stuttgart y semifinalista en el Master Series de Hamburgo.
Quien luchará palmo a palmo con el misionero por ocupar la plaza de segundo singlista es Agustín Calleri (todo hace pensar que sería el elegido), que llega entonado. A tal punto que aparece como el de mejor presente. No por lo realizado durante las últimas semanas, donde estuvo ausente en Toronto y Cincinnati y se despidió en su primera presentación en el US Open (cayó con el español Carlos Moyá), sino por la final disputada en el torneo New Haven (cemento), las semifinales de Bastad y Sopot y el título logrado en Kitzbuehel (todos sobre polvo de ladrillo) luego de imponerse en el partido definitorio a Juan Ignacio Chela.
Además, el Gordo fue a quien Mancini le dio la responsabilidad de ser el segundo singlista ante Croacia. Es cierto que perdió, pero bien vale la pena recordar que estuvo a un pasito de dar el gran batacazo ante Ljubicic, de no haber sido por una lesión en la espalda.
Por último aparece Chela. Un jugador que, en la cancha, transmite poco y nada, pero que viene de un año con cierta regularidad. Además, ¿cuánto cuenta el partido que le ganó al ignoto juvenil Sasa Tuksar? Mucho. El jugador de Ciudad Evita tuvo la responsabilidad de reemplazar a Calleri para definir la serie y respondió -aunque sea desde el punto de vista del resultado, ya que no hizo un gran partido- con creces. Fue nada menos que el encargado de darle el pase a la Argentina a las semifinales y eso vale.
En relación a sus últimos antecedentes, el Flaco cuenta con un cuarto de final en los torneos de Kitzbuehel y Sopot y la final en New Haven.
Las cartas están echadas. Mancini tiene los jugadores y ellos todas las ganas de hacer que la celeste y blanca vuelva a estar presente en una definición de Copa Davis, como en 1981.
La presencia o no de Hewitt, el nivel de juego -de un lado y del otro-, entre otros factores, son harina de otro costal. Lo concreto es que el equipo argentino llega bien, entonado. Puede resultar una incógnita saber si lo hace en mayor magnitud que el representativo aussie, pero ganas y tenis hay de sobra. Y eso es el mejor indicio.
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