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domingo,
10 de
septiembre de
2006 |
Tecnología. Aplicaciones que se trabajan a escala de millonésimas partes de metro y de la que echan mano ya la mayoría de las industrias
Nanotecnología: ciencia micro que conquista el mundo
La Argentina aún está a
la zaga de los países desarrollados, aunque ya avanza en nichos propios
Marcos Cicchirillo / La Capital
El avance científico toma cada vez mayor velocidad, al punto que cuando aún no están terminados de construir los laboratorios de biotecnología en Rosario, los países del Primer Mundo ya están invirtiendo miles de millones de dólares anuales en nanotecnología, una rama de aplicaciones de la ciencia que trabaja a escala de millonésimas partes de un metro. En Argentina está arrancando y, según los especialistas, incluso está al alcance de las pymes locales.
Se trata de una tecnología en la que confluyen físicos, químicos, biotecnólogos, e ingenieros electrónicos e informáticos, que es fuertemente impulsada principalmente por las industrias espacial, aeronáutica, médica, microelectrónica, automotriz. Las estimaciones son que en el 2015 será un mercado de un billón de dólares y que junto con la biotecnología serán los motores industriales a lo largo del siglo XXI.
Para tener una dimensión del terreno en el que se desarrolla la nanotecnología bien cabe este ejemplo. Un cabello mide alrededor de 80 micrones (un micrón equivale a mil nanos o la millonésima parte de un metro). Las "máquinas" que se pueden armar con esta tecnología se encuentran en el umbral mínimo de 28 nanos (28 millonésimas partes de un milímetro), lo que da cuenta del grado de miniaturización -y al mismo tiempo gran precisión- en la que se esta industria. Es decir, se trata de construcciones a nivel de átomos y moléculas.
Lo que hasta hace pocos años sólo estaba en el campo de la lectura de la ciencia ficción, como el best sellers "Presa" del estadounidense Michael Crichton, escritor y director de "Jurassic Park" -oportunista filmación en plena revolución biotecnológica y cuando el armado del mapa del ADN era sólo un proyecto- hoy está llegando a la vida cotidiana de la mano de los nanodesarrollos, que fueran imaginados hace poco tiempo en ese tipo de thrillers.
Una muestra clara de su aplicación concreta son los nanorrobots, equipos más pequeños que un glóbulo rojo que, entre otras cosas, se pueden incorporar por los torrentes sanguíneos para destruir células cancerígenas, remover placas arteriales o eliminar contaminantes del aire o el agua (como fue una de las propuestas para limpiar el Riachuelo), desarrollos que todavía están en una fase de experimentación e incluso algunos dando sus primeros pasos en el mercado.
Las primeras experiencias en la nanotecnología datan de mediados de la década del 60 en Estados Unidos, mientras que en Argentina los primeros recursos humanos en introducirse en este campo se remontan a mediados de los 80, pero sobre fines de la década pasada comienzan a conformarse grupos y se crea el primer laboratorio de nanoscopía, con la adquisición de un microscopio de fuerzas atómicas.
Los especialistas argentinos en nanotecnología, que se calculan son algo más de un centenar de profesionales, se encuentran trabajando en instituciones como la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea), los institutos nacionales de tecnología industrial (Inti) y Agropecuaria (Inta) y en universidades como la de Buenos Aires (UBA), La Plata y la del Litoral, entre otras.
Dentro de los nanotecnólogos consultados por La Capital existe la coincidencia de que la Argentina, como sucede en otras actividades científicas e industriales, debe apuntar a determinados "nichos tecnológicos", ya que aseguran es "imposible pensar" que se puede competir con las líneas de trabajo y desarrollo de los países centrales.
El nicho agroalimentario
Dentro de esos segmentos que los especialistas vislumbran como competitivos para el país y en los cuales hay posibilidades de crecimiento es justamente uno con fuerte raigambre en la región: el agroalimentario, un rubro que consideran inesperado ya que imaginaban que serían otros sectores industriales los que requerirían sus servicios.
Sin embargo, los investigadores señalan que existe espacio para avanzar en desarrollos satelitales y ciertas ramas de la microelectrónica, de la siderurgia y la medicina.
Actualmente existen numerosos proyectos en marcha y otros son apenas borradores. Uno de los más conocidos es el de las narices microelectrónicas, para medir el estado de conservación de alimentos, de la basura o de las condiciones ambientales. También hay desarrollos como: microsistemas basados en silicio, trazabilidad de ganado, nanovacunas contra la queratonconjuntivitis bovina, desarrollos para detectar proteínas de gluten y soja, nanoadyuvantes mocuadhesivos para el uso veterinario, biochips, nanocopuestos para uso odontológico como prótesis e implantes, inhibidores de corrosión, formulación de nanocopuestos poliméricos para materiales con mejor comportamiento ignífugo (a raíz de la tragedia de Cromañón), micro/nano encapsulado de fármacos, optimización de nanonaves, entre otros.
En el caso concreto de la provincia, la curtiembre Sadesa está en una etapa de ensayos para desarrollar cueros que rechacen líquidos a través de una capa invisible de nanopartículas.
En la región, Brasil tomó el desarrollo de esta tecnología como política de Estado desde hace algunos años, mientras que en la Argentina se empezó a mirar el tema más de cerca cuando el ex ministro de Economía, Roberto Lavagna, acercó un negocio con el gigante de la microelectrónica estadounidense Lucent.
Al alcance de las pymes
Ese proyecto fue reconvertido, ampliando el abanico a las pymes locales, y a comienzos de agosto fue anunciado por la ministra de Economía, Felisa Miceli, y Lino Barañao, tesorero de la flamante Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), la cual financiará -previo concurso- a las pequeñas empresas que busquen desarrollar proyectos relacionadas con esta tecnología.
Esta alianza permitirá solventar hasta el 80% de las iniciativas "viables" y hasta un monto de dos millones de dólares.
La idea del gobierno de incentivar a las pymes no es considerada descabellada por los científicos y nanotecnológos, quienes quieren salir a desmitificar que esta tecnología sólo se puede seguir consumiendo en películas o esperando a que desembarquen las grandes compañías. Es más, según los especialistas los costos que representa un diagnóstico o desarrollo de un producto son accesibles para las pymes.
Haciendo la salvedad de que depende de la complejidad del estudio, desde el Inti señalaron que una búsqueda de reconocimiento puede costar 1.500 pesos y un proyecto integral unos 10 mil dólares.
En el caso de las narices microelectrónicas -que están siendo usadas por una importante empresa cervecera y pronta a incorporarse en la industria pesquera y de residuos- puede valer de 3.000 a 10 mil dólares, aseguró Alfredo Boselli, del Laboratorio de Micro y Nanotecnología del Centro Atómico Constituyentes, que desarrolla el sensor ("célula olfativa") que se suma al microsistema (nariz), un proyecto que se empezaron junto con la UBA. Además, el Centro está trabajando en nanodispositivos para el guiado satelital y microsensores para la medición de temperatura.
Uno de los responsables del comité de nanotecnología del Inti, Carlos Moina, explicó que la institución se propuso hace un mes divulgar el potencial que existe para que las empresas incorporen valor agregado a sus productos a través de esta tecnología.
Por eso es que convocaron a posibles a 20 "nanopymes" que podrían estar interesadas, de las cuales ya cinco parecen decididas en avanzar con proyectos (entre los casos existe el de una fábrica de pinturas que apunta a desarrollar pinturas bactericidas).
"Buscamos enfocarnos en las pymes porque si no se pierden la carrera, además las grandes empresas ya saben lo que quieren cuando vienen al Inti", señaló Moina, quien adelantó que en el corto plazo saldrán a recorrer las sedes del interior para comunicar el potencial existente para las pymes.
Moina señaló que el "Inti está dispuesto a trabajar al costo o menos inicialmente para demostrar que se puede aplicar ya la nanotecnología en las pymes". Además, explicó que se proponen acompañar a las empresas para solicitar financiación en los canales tradicionales (como el Fontar) o el FAN.
El funcionario explicó que la idea del Inti es conformar un consorcio de nanopymes para detectar temas comunes, que permitan avanzar en un futuro más rápido sobre los desarrollos específicos de cada caso.
Barañao coincidió con los nanotecnólogos en que las películas y el mensaje de grandes laboratorios sobre el potencial de esta tecnología generan la sensación de que es lejana y costosa para que la apliquen pymes en la Argentina. "Incluso son perniciosas, asustan a la gente", acota Moina, quien remarca que a raíz de la corriente negativa que se generó con la biotecnología en materia ambiental, los que trabajan en nanotecnología aprendieron la lección y tienen bastante en cuenta el impacto en el medioambiente y la aplicación del principio de precaución.
Las principales críticas están referidas a algunos de los procesos para poder llegar a la nanoescala -donde muchos componentes se comportan de diferente forma- y en lo referido a la liberación controlada.
Es que al igual que sucedió con otras revoluciones tecnológicas se producen dilemas éticos, religiosos y sociales sobre beneficios y perjuicios que se generan ante cambios tan profundos como parece que será esta revolución de máquinas invisibles a la escala del ojo humano.
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Los especialistas aseguran que existen muchas oportunidades para las pymes.
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