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 sábado, 02 de septiembre de 2006  
Humor Negro

Por Agustín Orsaria

El ambiente estaba colmado de ansiedad y murmullos. La gente se acomodaba, como podía, para poder estar lo más cerca posible de aquel impresionante personaje de la cultura argentorosarina. En mi parecer, es y será la charla con más concurrencia de toda la feria, sin degradar a las demás. Muchísimas personas se amontonaron para verlo a él, al Negro, a Roberto Fontanarrosa.

  Cuando apareció, los aplausos abatieron cualquier otro sonido que pudiera haber existido. La ovación estaba cargada de orgullo y admiración. Los ojos de la gente delataban todo el afecto incondicional que tenemos hacia él.

  Con una sonrisa esbozada en su cara, rompió el hielo con el recurso más simple y atrapante que tiene: el humor. “Tengo la sensación que un tren me viene de frente”, dijo, haciendo referencia a un foco de luz que lo iluminaba.

  Entre idas y venidas, la sala se fue tornando cálida, ya que Roberto nos hizo sentir a todos como amigos, conocidos de siempre. Hizo referencia a la educación y, entre otros temas, a la hora de ingreso a las escuelas: “¿Cómo puede ser que pibes de 6 o 7 años tengan que levantarse tan temprano?”.

  Se limitó a una charla incondicional y decidió no tocar el tema del fútbol, por más veces que se lo hayan preguntado. Entre risas, se refirió a su paso por la secundaria como un enemigo de una de las materias: “Yo estaba en una batalla desigual con las matemáticas. Desigual porque los números son millones y yo soy uno sólo”.

  Le pidieron recomendaciones sobre libros, pero se limitó, respetando que todos tenemos gustos distintos, a dar las pautas que sigue él al elegir un libro: “Primero que no sea gordo. Un libro gordo es un abuso del tiempo por parte del autor. Es como si alguien te dijera: Tengo que hablar algo con vos, ¿tenés dos semanas libres. Luego, y esto lo entenderán las personas de una edad avanzada, no por la madurez sino por otras cosas, que la letra sea grande. En tercer lugar, que tenga muchos espacios en blanco, ya que si no los tiene, parece una masa de letras, como hormigas, y uno no sabe cómo entrar al texto, no tiene por dónde”.

  Siempre utilizando el humor inteligente que lo caracteriza, encaminó la charla de una forma que todos entendían lo que quería decir. Además, refiriéndose a la excelente charla que dio en el III Congreso de la Lengua Española realizado en Rosario el año pasado, habló de cómo la gente lo reconoce: “Escribí un montón de libros y, ¿ahora me van a recordar por cuatro puteadas que dije en una sala?”.

  Es inútil extenderse demasiado, ya que para hablar de todo lo que quisiera exponer sobre este ilustre personaje necesitaríamos mucho tiempo, pero quiero destacar, que, en lo personal, me pareció excelente la charla que dio, y me genera, cada vez que lo escucho hablar, un aprecio y una admiración hacia él inexplicables por medio del lenguaje. Parece que, al final, Rosario no es sólo un Monumento a la Bandera.


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Fontanarrosa, figura convocante de la Feria del Libro Rosario 2006.

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