Año CXXXVII Nº 49200
La Ciudad
Política
Información Gral
El Mundo
Opinión
La Región
Policiales
Cartas de lectores



suplementos
Ovación
Turismo
Mujer
Economía
Escenario
Señales


suplementos
ediciones anteriores
Turismo 06/08
Mujer 06/08
Economía 06/08
Señales 06/08
Educación 05/08
Salud 02/08
Página Solidaria 02/08
Autos 27/07
Estilo 22/07

contacto

servicios
Institucional



 domingo, 13 de agosto de 2006  
El viaje del lector
Memorias del pasado inca

Pasaron casi treinta años desde que pisé por primera vez las tierras del imperio Inca, allá por 1977. Fue el viaje de mis sueños. Y ahora, con varias décadas a cuestas y en 2006, regresé con emoción para recorrerla nuevamente.

¿Cómo se hace para contarles, sin extenderme demasiado, todos los lugares visitados en tres semanas de febrero? Lamentablemente tengo que obviar parte de los numerosos pueblos, parajes, aldeas y tantos patrimonios nacionales y de la humanidad que posee este querido país.

Primero les hablaré del Monasterio de Santa Catalina, de original arquitectura arequipeña del siglo XVI, con sus llamativas fachadas blancas, rojas y añiles. Recorrer sus interiores, plazoletas y callejas con nombres tales como Granada, Toledo o Sevilla que, ornadas de macetones con geranios eternos, es como trasladarse hasta Andalucía.

Atravesando hacia afuera la gran puerta de estos claustros, verán que una primaveral Arequipa la rodea totalmente. La segunda ciudad del Perú (1.009 kilómetros al sur de Lima) es llamada "Ciudad Blanca" por haber sido construída con sillar, piedra porosa blanca de la región, logrando con ella increíbles bajorrelieves barrocos e indigenistas, sobre fachadas de viejas casonas coloniales e iglesias y recubriendo fuertes columnas de antiguos claustros. Arequipa está rodeada de volcanes con eternas cumbres nevadas: el Misti, el Chachani y el Pichu-Pichu. El río Chili la atraviesa bajo puentes de arcos y piedra.

El Cañón del Colca es uno de las más profundos del planeta, aún más que el famoso Cañón del Colorado. Está al oeste de Arequipa, a cuatro horas en bus. Catorce antiquísimos pueblos se extienden en ambas márgenes del río, que se visitan recorriendo un camino que pasa al filo del cañón.

Mil doscientos metros abajo corre el río Colca. A su paso verán las más bellas iglesias, vertientes de aguas termales, el majestuoso vuelo de cóndores, múltiples terrazas cultivadas que se aprecian desde miradores naturales, tumbas colgantes y cuevas donde los antiguos moradores guardaban las colcas (recipientes para almacenar cereales).

Encontrarán allí sonrientes señoras collaguas ataviadas con típicas prendas exageradamente bordadas, ofreciendo al pasajero piezas textiles únicas como sombreros, chalecos, fajas, bolsos, billeteras y mochilas enteramente bordados también por varones que por tradición lo hacen con esmero y talento.

Fantasmal es el panorama de Arequipa a Puno, especialmente después de una copiosa lluvia. Ruta y colectivo impecables. Cinco horas para recorrer 294 kilómetros y llegar al lago Titicaca, después de avanzar por una puna desolada, pedregosa y fría, áridas pampas, algunas verdosas donde pastorean grupos de camélidos. Nubarrones plateados y negros y un pueblo de relucientes chapas recostado a la vera del camino pintaban un inquietante paisaje.

Avanzada la tarde atravesamos Juliaca, en crecimiento, barrosa y desordenada. A primeras horas de la noche llegamos a Puno, ciudad enclavada a orillas del lago más alto del mundo. Nuestra estadía coincidió con la conmemoración a la Virgen de la Candelaria, la que más gente atrae en todo el Perú.

Por eso encontramos una caótica y bullanguera Puno, venerando a la santa. Las bandas de músicos con sus mejores galas te sorprenden de repente en cualquier calle, dentro y fuera del estadio, frente a la catedral o en la peatonal, siempre acompañados de jovencitas con amplias faldas cortas cubiertas de lentejuelas, y de mozos con sus mejores trajes de luces y mascarones de diablos, como en Oruro de Bolivia, que danzan y danzan y que se prestan para ser fotografiados.


Navegando en las alturas
El lago, navegable, está a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, y a sus orillas se encuentra la última villa peruana casi en la frontera con Bolivia. Son los Uros. Viven sobre islas flotantes de totoras que abundan en las orillas de la bahía de Chucuito. Navegan en características barcas construídas también de totoras, que con el reflejo del sol parecen doradas naves que armonizan con las azules aguas. Los Uros, además de pescadores, saben tratar a los turistas del mundo, son excelentes anfitriones.

En un confortable tren partimos hacia Cusco. Salimos y llegamos a horario en diez horas de viaje. Nuevamente se pasa por Juliaca. Es un enorme mercado al aire libre instalado a ambos lados de las vías -¿irán a parar allí para su comercialización lo sustraído por los descuidistas?-

La única parada del convoy es en La Raya -a 4.320 metros sobre el nivel del mar- el punto más alto del recorrido. Allí hay una modesta capillita recostada casi sobre las vías del tren y un mercado con coloridos abrigos, mantas y tapices a muy buenos precios. Todo este trayecto es fantástico por sus cumbres nevadas, quebradas, caudalosos ríos, agricultura en terrazas verdes por doquier.

Por la tarde empezamos a descender hacia el Valle del Vilcanota, pasamos frente a pintorescos pueblos que se levantan entre el río y los cerros. Se destacan las sencillas capillas. Músicos cuzqueños engalanados con típicos y brillantes atuendos recorren el tren ofreciéndonos su música. Y así, en este clima fiestero, llegamos a la Capital del Imperio Inca.

Los Siglos XVII y XVIII marcaron el esplendor de la Cusco colonial. Los españoles construyeron sus edificios sobre los cimientos incas y conservaron el trazado urbano. Los edificios que más se destacan son la Catedral, la Iglesia de la Compañía, el Convento de la Merced, el de Santa Clara, la casa de Garcilazo de la Vega.

Julio Roldán
enviar nota por e-mail
contacto
Búsqueda avanzada Archivo

Ampliar FotoFotos
Ampliar Foto
La original arquitectura de Arequipa, del siglo XVI, armoniza perfectamente con el verde del valle incaico.

Notas Relacionadas
El centro arqueológico del Valle Sagrado




  La Capital Copyright 2003 | Todos los derechos reservados