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 domingo, 13 de agosto de 2006  
Jockey ganó bajo la batuta de Del Castillo

Pablo F. Mihal / La Capital

Los clásicos son partidos que tienen algo especial, una motivación extra que los hace diferentes. Son encuentros que a la hora de jugarlos poco importa cómo llegan los equipos. Son ochenta minutos aparte en los que, adentro y afuera de las líneas de cal, se goza y se sufre con la misma intensidad.

Ayer, Duendes y Jockey disputaron una nueva edición de su derby y el triunfo fue para el conjunto verdiblanco que se impuso 20-13 (4-1) tras dar vuelta un parcial adverso (13-3).

Los argumentos del triunfo hay que buscarlos en tres puntos: el primero de ellos fue la tarea de Fernando del Castillo, ayer también fue la figura desequilibrante. Propios y ajenos jugaron a su ritmo y fue la pieza clave en la victoria verdiblanca. El segundo ítem fue la tranquilidad que tuvo Jockey aún en los momentos más difíciles y el tercero la ambición de querer llevarse el clásico para Fisherton.

Duendes arrancó el partido mejor. Tuvo dominio territorial y con viento a favor acorraló a Jockey contra su ingoal, pero fue Jockey, quien a través de una ráfaga de del Castillo pegó la primera estocada. Esa aparición del Darda terminó en try de Jockey no convalidado ya que Blengio no dio la ventaja y volvió a un penal -favorable para Jockey-, que el propio 10 se encargó en transformar en los primeros puntos.

La respuesta de Duendes fue casi inmediata. Lanzado al ataque, Farré cortó la línea de ventaja, habilitó a Miralles quien vulneró el ingoal verdiblanco. Después todo fue una incansable lucha de forwards por la obtención de la pelota. Las defensas superaron a los ataques y solo los dos penales de Miralles modificaron el marcador.

En el complemento las cosas dieron un giro. Con viento a favor y la inteligencia y destrezas de Fernando del Castillo como aliados, Jockey empezó primero a descontar y después a fundamentar una victoria inobjetable.

Mientras el verdiblanco encontró en él la claridad necesaria y acrecentaba su figura, los locales cometieron muchos errores, perdieron muchas pelotas en el contacto, fallaron en tackles decisivos y se fueron consumiendo en arrestos individuales.

Jockey, en tanto, apostó a un rugby más veloz e incisivo. A los 19' acortó distancias con el try de Tito Amelong y a los 23' con un penal de Fernando del Castillo, alcanzó la igualdad.

Ahí empezó otro partido. Consciente de sus capacidades, Jockey apretó el acelerador ante un Duendes que no lograba despertarse. Así los de Fisherton dieron vuelta la historia.

Querían ganar el partido y lo consiguieron cuando el Mono Spirandelli estacionó toda su humanidad en el ingoal verdinegro. Fue el try de la sentencia ya que después, la tardía reacción final del dueño de casa no pudo impedir el desenlace.

Sumaron cuatro puntos vitales, pero por sobre todas las cosas demostró que sin importar el momento, Jockey está para darle pelea a cualquiera.
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Farré tacklea a Fradua.

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