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domingo,
13 de
agosto de
2006 |
Córdoba, sin bolivianos
El día que todos los trabajadores bolivianos de Córdoba decidieran realizar una huelga en reclamo de mejores condiciones laborales, se paralizaría un tercio de las 500 grandes obras en construcción en la capital y el valle de Punilla, ya que al menos el 30 por ciento de los 30 millones de ladrillos de barro que se usan mensualmente son producidos por obreros bolivianos, asevera Edgardo Litvinoff, periodista del diario La Voz del Interior.
Consigna asimismo que el resto de las 333 obras tendría graves complicaciones debido a que no contaría con buena parte de sus albañiles, en especial yesistas y ceramistas. Lo mismo ocurrió en pequeñas obras particulares.
Además, la parálisis de los quinteros bolivianos evitaría que entraran al Mercado de Abasto cordobés 300 de las 500 toneladas de frutas y verduras diarias, lo que hizo que, después de las 11 de la mañana, muchas verdulerías de Córdoba se quedaran sin mercadería.
En Córdoba serían 15 mil los integrantes de la comunidad boliviana, según datos del Centro de Residentes y de la Dirección de Migraciones.
Apolinar Torrico Montero es un caso testigo. Cuenta que aguantó cinco años acarreando varias veces al día una carretilla con 80 o 100 kilos de ladrillos. Vive en el mismo cortadero de Colonia Tirolesa, en una casa de ladrillo con techo de chapa y una pieza en la que convive con su familia. Toman agua de un pozo que se llena cada tanto, y utilizan el mismo baño que los demás trabajadores y sus familias. Se cansó, relata, de trabajar de cinco de la mañana a ocho de la noche apilando y cortando esa mezcla de barro, paja, guano, sin cobrar beneficios familiares, sin obra social, sin jubilación y sin implementos de salud.
Todo esto es lo que denunció a la Secretaría de Trabajo de Córdoba, a lo que le agregó una presentación policial por discriminación: dice que las ofensas comenzaron luego de hacerle conocer al patrón sus reclamos.
El de Apolinar no es un caso más: es la primera vez en mucho tiempo que un trabajador indocumentado decide hablar públicamente sobre su situación laboral, al entender que su condición de indocumentado no está reñida con la obligación de los empleadores de respetar las leyes laborales. Apolinar asegura que posee una enfermedad reumática fruto de su extenuante trabajo, y dice que estuvo internado dos semanas.
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