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domingo,
06 de
agosto de
2006 |
La época de las grandes huelgas
Ricardo Falcón
En todo el país y en particular en Buenos Aires y Rosario, en la primeras década del siglo XX se desarrollaron varias oleadas de agitación social, que la caracterizaron como uno de los períodos de mayor lucha de clases de la historia argentina. Rosario fue parte de ese proceso y vivió un reguero de huelgas generales entre 1901 y 1907. Estos enfrentamientos entre los trabajadores por una parte y los capitalistas y el Estado por otra, llevaron a altos grados de violencia.
En el curso de 1901 comenzó una huelga de los trabajadores de la Refinería de Azúcar en demanda de la jornada laboral de ocho horas y de aumento de salarios. El intendente Octavio Grandoli se ofreció como mediador. Pero al darse cuenta que en el Comité de Huelga había anarquistas, como el conocido Romolo Ovidi, dio orden de apresarlo, lo que originó un incidente en cuyo transcurso fue asesinado el obrero Cosme Budislavich. La violencia policial provocó un amplio impacto en la sociedad rosarina. El cortejo fúnebre fue atacado por la policía y se organizó un acto de repudio al que asistieron entre cinco mil y ocho mil personas, que fue organizado conjuntamente por anarquistas y socialistas. En respuesta a la represión se desencadenó la segunda huelga general de la ciudad, si se recuerda que la primera había sido en 1896.
Este movimiento registró la presencia activa de un intelectual conocido, posiblemente por primera vez en Rosario, en una situación de ese tipo. Florencio Sánchez tuvo participación en la redacción del manifiesto explicativo de las razones de la huelga. En ese texto se decía que frente a los patrones: "nosotros tenemos nuestros brazos y nuestra voluntad inquebrantable para defendernos y triunfar: Y cuando crean aplastarnos por el hambre acordémonos que el pan y la libertad no se piden, se toman..."
El 9 de diciembre del mismo año se produjo una huelga de estibadores del puerto de Rosario, en la cual intervino arbitrando la Cámara Sindical de la Bolsa de Comercio, pero no se alcanzó un acuerdo entre los patrones y la sociedad de estibadores, que reclamaba un peso tope de 70 kilos para las bolsas, la jornada de ocho horas y rechazaba la reducción del jornal. El día 27 se realizó una asamblea de las sociedades de resistencia de la ciudad, convocada por los estibadores. (...). Se aprobó un acto de apoyo a los estibadores para el 1 de enero de 1902 y se discutió la posibilidad de realizar una huelga general.
En el acto fue nuevamente planteada la perspectiva de la huelga, la que fue decidida por mayoría, en una nueva asamblea del día 3.
La huelga se desarrolló pero con un acatamiento parcial por parte de los distintos gremios rosarinos. Dicen Pons y Videla: "La medida de fuerza va languideciendo por un conjunto de circunstancias: choques de la policía con los huelguistas, el hambre que se hacía sentir en éstos, todo contribuyó a sosegar los ánimos y se transó; los huelguistas quedaron con la jornada de nueve horas, se les aumentó el jornal 50 centavos y aceptaron quedar con la bolsa de 100 kilos por el año, para a que no se perdiera la existencia y no se perjudicara el comercio".
El día 11 los gremios anarquistas intentaron reeditar la huelga general. Pero, la iniciativa encontró la oposición de los socialistas que consideraban que un nuevo movimiento de ese tipo pondría en peligro las ventajas que los estibadores habían obtenido en los dos últimos años y finalmente, la mayoría de las sociedades de resistencia decidió no adherir. Sin embargo, detrás de las diferencias de oportunidad, había divergencias más de fondo entre anarquistas y socialistas.
(fragmento del capítulo 2,
"La cuestión obrera")
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Cuestión de clase. Trabajadores rosarinos a principios del siglo XX.
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