|
domingo,
06 de
agosto de
2006 |
Bajo estrictas normas de seguridad
La cancha donde se desarrollan los juegos de paintball bien podría ser el cuarto de un adolescente: paredes, pisos y hasta algunos sectores del techo aparecen chorreados de pintura. El escenario lo completan empalizadas, una combi en desuso con una tabla de surf en el techo y pilas de neumáticos viejos. Pero el desorden es sólo aparente. "Para sacar la habilitación municipal tuvimos que cumplir con todas las normas de seguridad", afirma Gerónimo Bertero, dueño de Paintballpark.
Las estructuras de madera están cubiertas de pintura ignífuga, los parapetos cuentan con señalización fluorescente y hay dos salidas de emergencia. Ningún jugador sale a la cancha sin la máscara y un chaleco que protege pecho, espalda y genitales. ¿Los disparos duelen? "No más que un tacle de rugby o una patada en el fútbol", dicen los participantes del juego.
enviar nota por e-mail
|
|
|