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sábado,
29 de
julio de
2006 |
Opinión: Deben articular
con las fuerzas
de seguridad
Diego A. Giuliano (*)
La experiencia de incorporar Guardias Urbanas a las estructuras municipales (caso de Rosario, Rafaela, los municipios bonaerenses o la propia ciudad de Buenos Aires) consiste en un aporte local a la creciente demanda global de seguridad de parte de los ciudadanos. Se trata de cuerpos no armados que deben dotarse de una alta capacidad de prevención, pero que a la hora de hacer frente a un delito, en cualquiera de sus etapas, sólo están facultados para convocar a la policía provincial, que es la fuerza competente. El éxito o fracaso de la intervención de las guardias municipales depende de su capacidad de concordancia con las fuerzas de seguridad pública o las agencias privadas autorizadas, por lo que, sin dudas, debería profundizarse en esa complementación. De lo contrario, estaríamos frente a una repetición de estructuras de inspección o prevención municipal, sin especialización ni herramientas adecuadas.
La seguridad, por su propia complejidad, es una causa de alcance regional. Incluso para controlar el tráfico de vehículos, o lo que los franceses llaman las "pequeñas incivilidades", o lo que en Nueva York fue el programa de "ventanas rotas" (que consistió en sancionar justamente las conductas que no están incluidas en el Código Penal, pero que dañan la convivencia social) es necesaria capacidad operativa y proyección metropolitana.
La ciudad de Rosario es el componente principal de una extensión urbana que excede su propia jurisdicción. Sin atender a esas relaciones intermunicipales, sin articular competencias y recursos con los demás actores locales, es muy escasa la probabilidad de concretar los objetivos de su Guardia Urbana.
(*)Abogado constitucionalista
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