Nocaut de amor

Boxeo: La campeona mundial Alejandra Oliveras empezó a pelear por Tyson

Rodolfo Parody / La Capital

Su idolatría por Mike Tyson la empujó al boxeo. Para la jujeña Alejandra Oliveras tampoco era una novedad eso de agarrarse a las trompadas. Lo había hecho muchas veces con los varones en la escuela. Se puso los guantes y en apenas tres años y medio de transitar arriba del ring llegó al título supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB).

"Siempre estuve enamorada de Mike Tyson, es mi ídolo. Fue por él que me dediqué a boxear. Quería sentir lo mismo. Y también para descargar toda mi energía en un ring. En la escuela peleaba y pulseaba con los pibes y les ganaba. Sabía que tenía una energía extra y que la podía volcar en el boxeo", señala la pugilista nacida en El Carmen, Jujuy. Alejandra tiene seis hermanos, cuatro varones y dos mujeres, pero a ninguno lo atrapó el boxeo como a ella. Tuvo como único cómplice a papá Luis, quien la acompaña a todas sus peleas.

Cuando tenía dos años, se radicó con su familia en la localidad cordobesa de Alejandro Roca. Ahí creció a los golpes. "Cuando veía que a alguien le pegaban, me metía para defenderlo", cuenta. El ring estaba todavía lejos, hasta que el destino cambió el rumbo de su vida. "Era movilera de una radio y dije al aire que me gustaría pelear como Tyson. Lo escuchó un entrenador y me invitó a pelear. En Alejandro Roca se armó un festival y combatí contra una chica que peleaba siempre en la calle y cagaba a palos a todas las mujeres del pueblo. Gané por nocaut y supe que eso era lo mío", dice.

De aquel combate nació su apodo. "Fue una ocurrencia de mis entrenadores. Como yo atropellaba a mi rival, dijeron que era una locomotora", señala Oliveras, quien tiene 40 peleas como amateur, con una derrota por puntos, y ocho como profesional, con siete triunfos (tres por nocaut) y un empate.

La chance mundialista se presentó en mayo contra la mexicana Jackie Nava, en Tijuana. Con su entrenador Carlos Tello y su papá fue en busca de una quimera.

"Salí de Argentina sabiendo que debía ganar por nocaut para lograr el título. Ella tenía una gran trayectoria y el respaldo de Erik El Terrible Morales, con todo lo que eso significa. Encima, defendía el cinturón en su ciudad. Tenía todo en contra. Fui de punto", asegura. Pero se agrandó ante la adversidad y rompió los pronósticos. A pesar de fracturarse la mano derecha durante la pelea, alcanzó el título de la manera que ella pretendía: noqueando a su rival, en el 8º.

"Me quebré en el tercer round y el dolor me impedía sacar los golpes con la derecha, que es mi mano. Pero tenía tantas ganas de traerme el cinturón, que saqué fuerzas y al final la noqueé con la zurda", dice la jujeña, a quien días atrás le sacaron los clavos que le pusieron por la fractura.

El festejo recién fue a la vuelta. "Salvo mi papá y mi entrenador, allá no tenía a nadie con quien compartir tanta alegría. Recién lo empecé a disfrutar cuando regresé con el reconocimiento de la gente", cuenta.

"Laila Alí (hija de Muhammad) y yo somos las únicas campeonas mundiales del CMB, el más importante del mundo", dice con orgullo antes de agregar: "Nunca me noquearon y tampoco me contaron".

"Ahora mi meta es defender el cinturón, hacer un poco de plata. Primero voy a pelear en Rosario (ver aparte) y después tengo que realizar dos peleas en Estados Unidos. Me llamaron para pelear en el semifondo de Erik Morales y Manny Pacquiao. Te podés imaginar que orgullo es eso para mí", dice sin poder creer lo que le depara el destino desde su consagración.

Oliveras defenderá su título en Rosario, en septiembre.